Humanismo

El Humanismo es la doctrina o actitud vital basada en una concepción integral de los valores humanos, el cual ha pasado por diferentes escalas a lo largo de la historia según las religiones, movimientos políticos, filosofías, etc. Hubo un tiempo en que la religión menoscabó al hombre profundamente afirmando que éste venía del barro, del polvo y sosteniendo que estaba marcado por el pecado original. Las religiones exaltaban a Dios por encima de todas las cosas, un Dios distante, hierático, juez, castigador y todopoderoso… siendo totalmente un sacrilegio que el hombre pudiera aspirar a la Divinidad o unirse con ella. En nombre de la religión se han cometido auténticas atrocidades contra la humanidad debido a esta concepción de que el hombre “viene de la nada”. Con el Renacimiento en el siglo XVI y más tarde también con la Ilustración del siglo XVIII, se da un humanismo antropocéntrico en el que el hombre es el máximo valor y la Divinidad queda olvidada, dando lugar al racionalismo y al ateísmo. Esta nueva concepción del hombre incentivó la industrialización y el desarrollo económico y lo material comenzó a ser más importante que el mismo hombre. En el primer caso, se prefiere la divinidad en perjuicio del hombre. En el segundo, el hombre en perjuicio de la divinidad. Para los ateos, Dios es nada, el hombre es todo. Para los teólogos, el hombre no es nada, Dios es todo. No faltan en el mundo de la filosofía premisas como “el hombre es un lobo para el hombre” de Hobbes o la teoría nihilista y extremadamente elitista del Superhombre de Nietszche… teorías evolucionistas que hablan de la supervivencia del más fuerte y que están basadas en “la evolución” de Darwin. Sin embargo, todo esto se vuelve extremadamente peligroso cuando se aplica a la ciencia, a las nuevas tecnologías o a la medicina; el mayor ejemplo lo podemos ver cuando al final del siglo XIX un grupo de científicos americanos idearon la mejora biológica del linaje humano o eugenesia. Esta idea fue acogida por los fascismos y nazismos, dándose como resultado los mayores genocidios de la historia. Siempre se obtienen unos resultados horribles cuando una patria, un imperio o una raza es más importante que el valor individual del hombre. Y estos resultados se han podido observar a través de la auténtica deshumanización o transhumanización a lo largo de todo el siglo XX: guerras, genocidios, odio, cabezas nucleares, bombas atómicas, persecuciones y un triste largo etcétera… ¿Dónde están los valores arquetípicos de la bondad, del amor, la paz o la igualdad? ¿Por qué ya no se aprecia el tesoro incalculable que se encuentra en el interior de cada hombre? Esta deshumanización sigue creciendo en el momento actual, puede ser muy sutil en algunos aspectos y totalmente evidente en otros. Muy evidente, por ejemplo, es el deshumanizador sistema económico actual, con sus bancos e hipotecas que esclavizan… un dragón capitalista que todo lo devora. Más sutil es el cine, la televisión, videojuegos… que incentivan a que los niños tengan como ídolos a monstruos, vampiros, hombres lobo o zombis. Sin hablar de la violencia descarada de los videojuegos, donde triunfan aquellos que consiguen que los asesinatos y las matanzas sean más reales, donde cada usuario se hace microterminator y debe aprender a matar sin piedad, sin dudar un segundo. Un máximo exponente de esta deshumanización, donde el hombre no es absolutamente nada y la vida humana no tiene ningún valor, lo hemos visto desgraciadamente en el reciente atentado de Noruega del fascista Breivik que mató a 77 personas. Este cruel ser aprendió dos años por internet: La Metodología de La Deshumanización. Breivik confesó que al intentar su homicidio, oyó voces que le decían: ¡No lo hagas!, pero él realizó un tipo de ‘superesfuerzo’ y activó el programa de ‘mata sin pestañear’. La conciencia es el mensaje misterioso interior, sonorizado por la revelación de lo alto, es la voz impecable de la verdad. Es la atracción hacia la perfección, hacia la paz; la voz de la conciencia no tiene precio, es superior a todas la enseñanzas sofistas, doctrinas jurídicas, libros de normas y legislaciones. El Catarismo XXI quiere recuperar el Humanismo Arquetípico, donde el todo no es Dios ni tampoco el hombre, sino donde lo importante es regresar a la conciencia universal de que en el hombre vive la plenitud de la Divinidad. A lo largo de la historia han venido muchos ungidos que quisieron dar a conocer este humanismo arquetípico y universal. Algunos conocidos, como Mani, Cristo, Buda o Mahoma, y otros muchos desconocidos. Hoy en día el ungido Juan de San Grial recupera para nosotros ese auténtico humanismo, El Nuevo Humanismo con el cual se recuperan todos los valores auténticos que pertenecen al hombre, como el amor, la sabiduría, bondad, pureza, paz, armonía, belleza, misericordia. El siglo de la religión y el ateísmo se ha acabado. Ambos extremos se juntan. La contradicción insoluble se resuelve en el Nuevo Humanismo. Su principio fundamental es que la Divinidad no está en un lugar en el tiempo y en el espacio ¡sino únicamente en el hombre! Es la doctrina global salvadora del destino de la humanidad. La Divinización del hombre, donde el hombre es el valor más alto, ya que en él habita la plenitud de la Divinidad. El hombre es valioso por ser la divinidad que ha tomado apariencia humana. Así, el Nuevo Humanismo es un Movimiento Espiritual, la ideología espiritual más alta, que suma los logros de todas la religiones mundiales. La salvación de la civilización se ha dado con el cambio del eje mundial. Desde ahora, el eje mundial se ha desplazado en dirección a la bondad desbordante. Con ella, con la bondad extralimitada, superante, volverá la dignidad del hombre. El idioma del mal en verdad no tiene ninguna fuerza: si se aprende a vencer en lo interior con la bondad desbordante, entonces el hombre se hace mil veces más bondadoso que antes. La verdadera revolución del Nuevo Humanismo se da primeramente en el interior de la persona, y sólo entonces esto tiene su reflejo en lo exterior. En verdad, de la vida de un sólo hombre depende todo el mundo. Un solo ser humano puede cambiar el destino del mundo. Tanto vale la vida del ser humano. No hay riqueza equiparable con el tesoro que supone un solo alma. Las almas no descienden a la tierra para ir creciendo en el rencor, el miedo, la enfermedad, la enemistad, los traumas o las neurosis, las almas vienen a la Tierra para hacerse Hombres Divinos.

Nuevo Humanismo

A lo largo de la historia se ha pasado por diferentes épocas donde la forma y pensamiento de filosofías y religiones han marcado la forma de vida de sus contemporáneos humanos.

Hoy nos planteamos las diferentes bases de estos organismos o tendencias que parece que dirigen el camino de los seres humanos, y queremos presentar una visión nueva, un nuevo paradigma, un nuevo humanismo.

La religión siempre proclama un dios distante. Dios habita en el tiempo y en el espacio, que son lejanos al hombre, es decir, que están en el pasado histórico. En el altar, en la sagrada escritura, en la hostia de la comunión, en el sacerdote durante el sacramento, en el templo, en los santos, en las reliquias… dondequiera, pero no en el hombre. Tal es el rasgo característico de todas las religiones mundiales, como modelos degenerados de la espiritualidad arquetípica.

Otro extremo es el ateísmo. La gente se aburre de los mitologemas clericales y “tiran al bebé junto con el agua de la bañera”, rechazando totalmente la presencia de la divinidad.

En el primer caso, se prefiere la divinidad en perjuicio del hombre. En el otro, el hombre en perjuicio de la divinidad. Para los ateos, dios es nada, el hombre es todo. Para los teólogos, el hombre es nada, dios es todo…

Es tiempo de reconocer que tanto el ateísmo humanista como el teísmo religioso son dos extremos peligrosos y por eso deben dejarse atrás para siempre en el pasado.

En los países democráticos modernos hay una tendencia evidente: los ciudadanos se vinculan cada vez menos con una religión cualquiera. Europa está viviendo un boom
 de ventas de templos vacíos, tanto católicos como protestantes; las diócesis y comunidades eclesiásticas se ven obligadas a vender sus edificios en subastas debido a la ausencia de parroquianos. La prensa divulga una estadística significativa: en Chequia, en solamente diez años, la cantidad de parroquianos ha disminuido casi en dos veces: desde un 41 % hasta
 un 27%, y el porcentaje de ateos y agnósticos constituye un 60%. En Francia, por ausencia de creyentes durante las últimas 3 décadas, ha sido cerrada una de cada dos parroquias. En Irlanda, desde 1992, la asistencia a misa ha bajado en un tercio…

No obstante, tampoco las ideas humanistas del siglo XVIII, que impulsaron anteriormente el desarrollo de la sociedad y del ser humano, se han revalorizado. El ser humano, así como la sociedad, sigue degradándose, y ya ha alcanzado un grado de encarnizamiento desbordante: inmoralidad, crueldad, mentira, violencia, guerras infinitas…

¿Dónde se ubica la raíz del mal? Y, ¿hay una salida de esta situación?

Desde el punto de vista cátaro, la religión es un lavado de cerebro realizado por medio de mitologemas que se hacen pasar por la verdad. La religión es la segunda trampa, después del remodelado de adaptación, adonde Elohím trata de llevar a las almas para poder seguir modelándolas ilegítimamente, preparando al hombre para otra nueva trampa, la de más allá.

Pero también el ateísmo, rechazando el extremismo religioso misántropo, devasta el tesoro espiritual de la humanidad, ya bastante empobrecido. A la gente le aburren argumentos tales como, por ejemplo, ‘no hay pruebas, testimonios de la presencia de la Divinidad’, ‘no está aprobado por la ciencia’, etc. Esto da pie a la negación global del orden mundial divino y de la espiritualidad (por tener la relación negativa con la Iglesia que se comprometió y con los postulados que predica).

La filosofía del humanismo surge en la época del Renacimiento como reacción al oscurantismo religioso
 y a la violencia de la inquisición, ambos resultados del postulado eclesiástico: DIOS LO ES TODO, EL HOMBRE NO ES NADA. Posteriormente, los ilustrados franceses (Voltaire, Diderot, Rousseau, etc.) proclama- ron un principio del nuevo modo 
de ver el mundo, en cuyo centro se situó el hombre como valor supremo. Y hoy, esto se ha reducido a una fórmula: EL HOMBRE LO ES TODO, DIOS NO ES NADA. Sin embargo, el ateísmo vulgar, formado sobre esta base, causó un daño aún mayor a la humanidad: sufrimientos y víctimas sangrientas casi en un número diez veces superior a los que infligieron la inquisición y las cruzadas en el pasado.

Para los ateos es inadmisible que Dios se eleve en perjuicio del hombre; para los teólogos, que el hombre se eleve en perjuicio de Dios… Pero estas contradicciones se pueden resolver al aceptar la otra opinión —la universal— del universo, de Dios y del ser humano.

El siglo de la religión y del ateísmo se ha acabado. Ambos extremos se juntan, la contradicción insoluble se resuelve en el nuevo humanismo. Su principio fundamental
es que la divinidad no está en un lugar en el tiempo y en el espacio, ¡sino únicamente 
en el hombre!

El Nuevo Humanismo.

El nuevo humanismo es un movimiento espiritual. La espiritualidad se distingue de la religión por su universalismo: predica los valores omnihumanos, mientras que la religión está inclinada al particularismo (algo privado que lleva a divisiones, discordias, etc.).  Se diferencia cualitativamente de la religión, ya que elimina la distancia entre Dios y el hombre! Sin negar las hermosas ideas humanistas de la Ilustración, sin ofender los sentimientos de los creyentes, ofrece una nueva visión: ¡el hombre es un valor absoluto precisamente debido a que en él habita siempre la Divinidad, el Padre de la ecúmene común!

Ha habido civilizaciones en la Tierra como los tiempos de Hiperbórea, de Atlantida… donde la divinidad y el hombre no se percibían separadamente uno del otro. No había templos, ni cultos, ni casta de sacerdotes, sino el Padre que habitaba evidente y transparentemente en cada persona. ¡Desde el principio, el hombre ha sido un teoantropoide! Tenía otra composición. Ni siquiera se podía designar como receptáculo de la Divinidad: LOS HIJOS Y EL PADRE ERAN UNO, lo que posteriormente enseñaba Cristo cuando llegó de Hiperbórea: ‘Que sean ellos uno Contigo como Tú y Yo somos uno’ (Juan 17:21).

El concepto del teoántropos excluye al negociado religioso, que se apropió del papel de intermediador entre el hombre y la Divinidad. El catarismo niega el culto distante de Aquel- quien-no-existe, basado en la magia ceremonial y los atributos externos. Al mismo tiempo, también deshace los límites ateos estrechamente materiales.

El credo cátaro. ¡la Divinidad permanece divinamente de modo indeformable en el hombre!

El credo del catarismo: 1) Dios es amor, 2) la Divinidad habita en el hombre de modo incondicional, sin restricciones, independientemente, escondida en los castillos interiores cordiales. Incondicionalmente, es decir, a pesar de errores cualesquiera. Sin restricciones: por muchos argumentos que se pongan. Independientemente del estado contemporáneo de la Tierra y del hombre. Escondida: nuestro Altísimo se halla en plenitud en los castillos interiores, pero no se manifesta en el orden externo.

¡Es absolutamente otra imagen de la Divinidad, extraconfesional! No es fría e inaccesible, sino es quien ama infinitamente, la más bondadosa, desde el principio es una con el hombre, inseparable e incondicionalmente.

Nuestro Padre no ama templos, sino corazones

El nuevo humanismo llena con otro sentido a la misma definición del hombre, reconociendo en él la plenitud de la Divinidad, aunque en estado latente. De ese modo, se le dan la esperanza, fuerza e inspiración; se enseña el camino para que abra su máximo potencial.

La divinidad desea habitar y reinar en el corazón del hombre, y no en los templuchos de piedra rituales ni en las cascaras mentales.

Nuestro Padre no ama templos, sino corazones, ama al hombre y se transubstancia en él en Su plenitud. ¡Así, el objetivo del nuevo humanismo consiste en ayudar al hombre a manifestar la Divinidad que está impresa en él!

Diario del recluso

El diario delata al recluso inmortal místico
sin comas superfluas ni espacios ambiguos.
Bien está confiar en el copista con antelación.
La hoja a cuadros de escribir se va a acabar ¡atención!
 
    También la tinta del tintero, que no se puede recargar.
    En el cuello, dos verrugas sospechosas te saldrán.
 
¿Y qué hay del trazo ardiente de Minné, ha llegado?
O al chófer las ruedas se le han pinchado
y paró. Sin ayuda urgente ni un paso darás.
Repararlas no es más caro que cambiar el canal.
 
Dicen que las sentencias se escriben con caligrafía.
Aunque la verdad es que no hay tutía.
Ya nos hemos ido de la lengua media noche, 
                       ¿de qué sirve un encuentro presencial?
La hora nocturna es menos efímera que la terrenal.
 
Un abrazo. Regalo la perla verbal de mi corazón.
De noche predico a los difuntitos supraceleste amor,
para que allí no estén tan solos y con temor.
A la sabiduría, del menor al mayor le gusta pasar.
Y después fluye como el agua por el canal.
(Extracto del libro EL JARDÍN DE LA INFINIDAD)

Conviértete en niño divino, aunque tengas noventa años

No poses tu tercer ojo en el pantalón del prójimo ilícitamente.

 

Desconecta la vista ilegítima veterotestamentaria de la gente.
Contempla. Medita divinamente. Suprime la visión ociosa.
Que se revele la Sabiduría de Basilisa la Hermosa*.

 

Hacia la vejez, falla el reglamento de las amistades verdaderas.

 

Y por mucho que derroches el dinero a derecha e izquierda,
el programa familiar se acaba de repente, agotado:
ayer tenías una carrera envidiable, 
mañana serás un desgraciado.

 

     Desprecia la ruina de las pasiones y pensamientos insanos,

 

     y conviértete en niño divino, aunque tengas noventa años.
19.11.2012
 
* Protagonista de un cuento popular ruso.

A tu prójimo

Si has perdido a tu prójimo, arrepiéntete: la tragedia es real,  ni el nacimiento ni el apocalipsis pueden vivirse en soledad. En un corcel ‘templarizan’ yuródivamente dos seres sagrados. No existe alegría mayor que contemplar el iconito del hermanado.     La Sabiduría me ha regalado un beso en el mismo corazón.  ¡No hallarás tal tesoro practicando el comercio del mammón[1].   Guarda la fidelidad, a pesar de toda discordia, de chismes enemigos, de habladuría ociosa… Guarda el tesoro que la corrosión del tiempo no destruirá, siempre embarazado con un descubrimiento de lo alto más. 24.10.2012