La música: instrumento de transfiguración del mundo.

 

Es bien conocido el poder que tiene la música sobre nuestros estado interior, la música puede alentar todas nuestras emociones, y además, y lo más importante, interviene en nuestra alma.

Hoy quisiéramos hacer una  reflexión. ¿Qué creen que ocurre al ser humano cuando escucha la música actual (la más escuchada hoy en día por la humanidad): disco, tecno, rock, pop, heavy, reggaetón…?

Se hace necesario conocer que hay muchísimos intereses ocultos detrás de este tipo de música tanto económicos, de control, poder e influencia en las grandes masas, y lo más importante, para disminuir la vibración de los cuerpos sutiles de cada persona.

La música, igual que otros tipos de arte, sin espiritualidad lleva a la perversión, la pérdida de orientación, degradación total y extinción, lo que por desgracia observamos hoy en día. ¿Qué significa esto? Que la música sin bondad, daña. La música sin bien, empeora. La música sin conceptos, valores, sin objetivos buenos… no puede ayudar en nada. Hay música capaz de volver violento a todo aquel que la escucha, porno-erotizarlo, convertirlo en un mar de lágrimas entristeciéndolo con la nube de Tánatos, conducirlo al descontrol de sí mismo.

El científico Masuro Emoto descubrió cómo el agua cambiaba su estructura ante un tipo de música u otro. Con la música de rock, tecno… los cristales del agua congelada se volvían totalmente irregulares adoptando formas desestructuradas. En cambio, la música clásica formaba cristales de formas armoniosas y hermosas.

La ciencia también habla sobre ‘la teoría de las supercuerdas’, la cual afirma que el universo está formado por vibraciones de finísimas cuerdas. El universo está repleto de vibraciones divinas que transmiten el amor puro de las esferas celestiales, las cuales llegan a cada ser humano. El corazón espiritual, al escuchar estas vibraciones aviva la memoria de ese amor y puede reconocerlo en la medida en que esté afinado con esas vibraciones.

Así, la música portadora de las esferas celestiales se convierte en la llave para afinar almas, despertar corazones. La música es Verbo divino exento de barreras, es el lenguaje de la divinidad. Pero el músico ha de ser un transmisor de dichas vibraciones divinas, un instrumento directo de la divinidad.

La música de los grandes compositores forma el sentido del amor espiritual. Solo puede interpretarla de modo adecuado aquel que está lleno de amor.

El hombre necesita la música de personas altamente ilustradas, ¡portadores de la esfera! Solo la música de los mensajeros de arriba puede ayudar a sacar a las personas del abismo en el que se hallan y dirigirlas a  alturas inauditas, abrirles otro mundo, lleno de armonías celestiales.

La música genial educa, da un impulso poderoso al alma. La música interpretada por músicos de alta iniciación purifica al hombre, lo hace más bondadoso, lo dirige a la espiritualidad, lo ayuda a abrir el corazón para la compasión, lo ayuda a sentir el dolor de otra persona como propio, lo ayuda a descubrir la hermosura interior.

La misma percepción de la música se traslada a la acústica del corazón, si el corazón es puro.

En la escuela musical de Juan de San Grial se enseña cómo interpretar con la vibración del corazón espiritual, donde se persigue alcanzar el más noble objetivo de un músico: servir a la humanidad abriendo las esferas divinas, como hicieron los cristos musicales Bach, Mozart, Beethoven, Tchaikosvsky… Tocar aquella música capaz de elevar y divinizar al ser humano a través del amor.

 

¿Por qué la música es fundamental en el catarismo?

Es conocido por muchos que los trovadores cantaban a una Señora o Amada. Lo que desconoce la mayoría de personas es que esa Amada no era un ser humano y que no se trataba de ensalzar un amor personal, sentimental o cortés.

Los trovadores —llamados también minnesíngeres, cantores de minné— eran predicadores errantes, cultos y de espíritu elevado y noble, que difundían secretamente un mensaje de amor celestial, amor Minné. Unas veces cantaban a la Iglesia del Amor en persona de una ‘amada’, otras veces a la Diosa Madre, la Sabiduría Divina, la Guía y Amparadora de la Humanidad. Pero lo que siempre hacían era traer consuelo a las buenas gentes. Sí, su música era una música que impartía un consolamentum musical: el consuelo del alma al recibir la revelación interior sobre su origen, su verdadera naturaleza, su destino y su potencial de amor. El consuelo de encontrar todo esto en el mismo interior de su corazón. Esta es la revelación que lleva al alma a tener deseo de perfeccionarse, mejorar. Así que el sacramento cátaro del consolament está relacionado con la tradición del Minnesang.

La música que trae consuelo es música que puede sanar, de vibraciones finas y que traspasan todas las barreras físicas y psicológicas. Por eso proporciona al oyente una ‘iniciación’ misteriosa. El corazón puro del trovador (o intérprete sentado al piano) es el medio de expresión de la divinidad.  El minnecanto es la remembranza de aquello que el ser humano descuidó y perdió: el amor empíreo, puro, luminoso. Pero este amor es recuperable y por eso en el catarismo actual la música ocupa un lugar tan destacado.

Nuestro excepcional minnecantor, Juan de San Grial, ha dedicado toda su vida a la búsqueda de la última verdad espiritual, la universal. Y sin duda alguna es un trovador (en occitano ‘trobar’ es encontrar algo que se había perdido y viene de la raíz latina ‘tropare’=buscar y descubrir): ha encontrado el amor minné. Y el que ha encontrado a Minné no sigue buscando, sino que se esfuerza en transmitir su descubrimiento. Se convierte en instrumento de Minné. Sentado al piano (o como él lo llama, ante su altar sagrado), sus manos hablan de lo que ha recibido en su corazón, se produce un transvase de altísimas vibraciones capaces de llenar todo el espacio de luz.

La última obra musical de Juan de San Grial publicada por nuestra Asociación lleva por título de ‘El crescendo del Bien’. Palabras musicales que plasman muy adecuadamente el efecto que tienen sus interpretaciones sobre el oyente: al escucharlas el alma se va afinando y se produce un aumento progresivo del bien en su interior.

¡Os recomendamos que os nutráis de esta música!

Beethoven. Sonata no 14, ‘Claro de luna’.

 

Textos extraidos de los libros “El piano como orfeón” y “El crescendo del bien” escritos por Juan de San Grial.

La música de Beethoven es extremadamente humanística. No consideramos humanístico únicamente lo que interviene en defensa del hombre, sino lo que lo muestra como EL VALOR MÁS ALTO DEL UNIVERSO. Esta música es un restablecimiento de la imagen divina en la humanidad. Cada nota favorece la transubstanciación en ligereza y pureza espiritual ayudando a entrar en las alturas de las vivencias musicológicas que no son posibles en los acuarios humanos. Por mucho que las almas naden en ellos, cual atractivos pececillos de río, ni siquiera ellos podrán alcanzar las esferas que emanan fragancias de manera tan maravillosa

Para que Beethoven pudiese plasmar esta musicología musical en sus partituras tuvo que pasar por la gran iniciación de Minné. La Dama Blanca Celestial.

La revelación en la noche antes del suicidio.

… A lo largo de cinco-seis años, desde 1795 hasta 1802, la sordera progresaba. Beethoven perdía su oído lentamente, lo que le causaba grandísimos sufrimientos. La música que oía ayer mismo, hoy la dejaba de oír…

Los doctores lo seducían con esperanzas falsas: “Es necesario ir a las aguas, el oído paulatinamente mejorará…”. Por fin, el médico en quien Beethoven confiaba, dijo: “La situación no tiene salida. Hacia los 32 años usted perderá el oído definitivamente”.

¡Una sordera completa por delante!. Una cruz así para un músico es insoportable: es lo mismo que un corredor de fondo sin piernas…

A los 32 años Beethoven prácticamente muere; ensordece, tras ser envenenado por un agente romano debido a su amor a la libertad y por la profundidad de su música. Le sobreviene una crisis mortal.
¿Qué significa no oír la música propia para un compositor?. Es igual que si al pianista le cortan las manos o al atleta las piernas. Oye la música en su interior pero al mismo tiempo no la oye… ¿Para qué escribir entonces?.

Antes buscaba una mujer terrenal, quería casarse. Tenía novias: alumnas aristócratas, la condesa Guicciardi. ¿Pero qué condesa se casaría con un sordo? Entonces, se quedaría solo…
Beethoven decide suicidarse. Compra dos pistolas, escribe un testamento detallado, transfiere un pequeño legado a sus hermanos Karl y Johann.

El testamento que escribió el compositor en Heiligenstadt sigue siendo un secreto no menor que el tercer secreto de Fátima. Han pasado siglos, pero el secreto del testamento de Beethoven no está revelado todavía.

Pero ocurrio algo… El suicidio no tuvo lugar.
¿Qué pudo detener al hombre en su grado extremo de desesperación, desengaño y soledad? ¿Los amigos? No, no había nadie que pudiera disuadirlo. No se abría a nadie, no pedía consejo a nadie, a pesar de que tenía muchos amigos y protectores: ¡no había ni un mínimo signo de que Beethoven confiara en alguien!.

¿Quizá fue la música que escribía?. No… ¡Fue Minné quien lo visitó!
Cuando Beethoven acababa de escribir su testamento, en el último momento lo detuvo una mano: se le reveló Minné diciéndole: “Insensato, tu vida solo acaba de empezar. Te revelaré una vida nueva, te daré un nuevo nacimiento y una nueva respiración. El hombre ha sido engendrado para toda la humanidad, ella será tu novia”.
Minné revela a Beethoven lo que ya sabía: EL SECRETO DE LA EXISTENCIA ES EL GRAN AMOR QUE DEBE DESCENDER AL MUNDO COMO UN SOL Y UNIR A TODA LA GENTE EN UNA FAMILIA.
¡Esto es un pensamiento meramente cátaro!. Los cátaros decían: “la Tierra es la casa de la Madre Divina. ¿Y cómo invitar a la gente a esta casa? ¡Con un gran amor hacia ellos!, el mismo amor que Ella profesa”.
Solo gracias a Minné, Beethoven sigue vivo. Minné lo estremece tanto que el compositor decide consagrarse enteramente a Ella. Apreció a Aquella que le había visitado: la mujer celestial, el celeste amor, La Sabiduría Divina
Ella, su genio espiritual, le dijo: “Es necesario que sea así, DEBES ENSORDECERTE PARA ESTE MUNDO, Y ASÍ EMPEZAR A ESCUCHAR LO QUE NADIE ESCUCHA”.
Beethoven de repente oyó una música tan hermosa que penetró su corazón. Se le reveló la verdad. De repente resplandeció el pasillo claro hacia la vida futura. Comprendió que iba a escribir precisamente de esta manera. ¡Ninguna sordera le molestaría para crear obras de arte geniales! Se le perforó el oído espiritual. Oiría en otros mundos, a los cuales el oído ordinario no se tiene acceso.

¡Hay que pasar por las puertas mortales para recibir una revelación musical de lo alto igual a la beethoveniana! Hacerlo es posible solo con ayuda de Minné. ¡Esta es la perspectiva que Beethoven descubrió en la noche antes del suicidio! No escribió sobre eso a nadie. Era de carácter reservado, eran muy pocas personas a quienes confesaba sus vivencias interiores. Además, lo espiaban los agentes romanos: entonces la música estaba bajo control. Hace poco había fallecido envenenado Mozart, Beethoven podría sufrir la misma suerte, si él de alguna manera ostentase su espiritualidad no-conformista.

Que importante es para cada alma reencontrar esta espiritualidad no- conformista. Llegar a tener esa “conversación” íntima y sincera como el mismo Beethoven tuvo con Minné. Cada alma busca, a pesar de todo, esta conversación, este diálogo con la divinidad. Lamentablemente la oración se ha convertido en un conservatorio automático y dogmático igual que para los músicos.

Nosotros cambiamos la palabra conservatorio por El ‘conversatorio’, que conversa. Esta palabra no existe, pero la hemos inventado. ¡Genial!
La escuela de Minné es un conversatorio. El “Minnesinger”, el que canta o interpreta a Minné dice: Cada vez que toco, hablo con las personas que escuchan. Mi estilo, mi manera de tocar es un discurso directamente desde el cielo, como una revelación.

Si el alma no llega hasta los aspectos del amor superante y de las puertas mortales que cada persona está pasando, o si Minné no vence las puertas mortales y no hay oído espiritual absoluto capaz de atender a la música de

manera adecuada, resultará una parodia miserable: un cancán pianístico, la exposición de la técnica, el narcisismo, los aplausos, el bisar…
Para tocar a Beethoven hay que pasar diariamente el mismo camino que pasaba él: por las puertas de la muerte y por las puertas del misterio más alto que detiene en la Tierra el suicidio de una persona tan pasional como Beethoven

Musicológicamente en la interpretación del Adagio Sostenuto de la sonata no 14 de Beethoven hay que poner todo el esfuerzo, todos los motivos pasionales nocturnos… Así se reza a la buena Divinidad, viendo el estado lamentable, trágico, apocalíptico del mundo, su sonambulismo. Al mismo tiempo, esta oración musical debe estar llena de bondad, de amor infinito y de misericordia. No debe haber ningún temor, ningún temblor ni horror.

Hay que tener la profunda esperanza de que un día el Reino del Padre del puro amor y de Minné descenderá a la Tierra, de modo que el hombre se hará instrumento del puro amor, de la perfecta bondad, de la paz mesiánica y de la pureza que lo une verdaderamente en uno con la purísima de las puras Divinidad, y de ese modo con todos sus hermanos en la Tierra.

Profundizando en una música tan simple como ‘Claro de luna’, tocada con las manos del músico verdadero, del minnecantor, se halla la polifonicidad interior. Se oyen el bajo y la melodía. Las voces interiores ocultas se disgregan desde el tejido melódico, entonces se cubre de un dibujo milagroso de armónicos, de una textura divina que empieza a volar.

En el ‘Claro de luna’ es importante oír tres voces: 1o el bajo: Es la Divinidad, 2o la melodía: la nota humana y 3o el acompañamiento: el Univérsum sonante, la ecúmene, todo el conjunto de los mundos.
Cuantas más voces usted sea capaz de destacar, con más perfección arquitectónica sonará la melodía.

¡Que suene la bella romanza de Minné!