Si has perdido a tu prójimo, arrepiéntete: la tragedia es real, ni el nacimiento ni el apocalipsis pueden vivirse en soledad. En un corcel ‘templarizan’ yuródivamente dos seres sagrados. No existe alegría mayor que contemplar el iconito del hermanado. La Sabiduría me ha regalado un beso en el mismo corazón. ¡No hallarás tal tesoro practicando el comercio del mammón[1]. Guarda la fidelidad, a pesar de toda discordia, de chismes enemigos, de habladuría ociosa… Guarda el tesoro que la corrosión del tiempo no destruirá, siempre embarazado con un descubrimiento de lo alto más. 24.10.2012