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El diario delata al recluso inmortal místico
sin comas superfluas ni espacios ambiguos.
Bien está confiar en el copista con antelación.
La hoja a cuadros de escribir se va a acabar ¡atención!
También la tinta del tintero, que no se puede recargar.
En el cuello, dos verrugas sospechosas te saldrán.
¿Y qué hay del trazo ardiente de Minné, ha llegado?
O al chófer las ruedas se le han pinchado
y paró. Sin ayuda urgente ni un paso darás.
Repararlas no es más caro que cambiar el canal.
Dicen que las sentencias se escriben con caligrafía.
Aunque la verdad es que no hay tutía.
Ya nos hemos ido de la lengua media noche,
¿de qué sirve un encuentro presencial?
La hora nocturna es menos efímera que la terrenal.
Un abrazo. Regalo la perla verbal de mi corazón.
De noche predico a los difuntitos supraceleste amor,
para que allí no estén tan solos y con temor.
A la sabiduría, del menor al mayor le gusta pasar.
Y después fluye como el agua por el canal.
(Extracto del libro EL JARDÍN DE LA INFINIDAD)