Creemos que nos conocemos, que sabemos la verdad de nosotros mismos, de la sociedad en la que vivimos, de las instituciones. Nada más lejos de esto. Sólo somos conscientes de la interpretación que nos han querido “vender”, incluso de nosotros mismos. Y esta imagen desvirtuada y manipulada, la vemos como una realidad.
Al hombre le enseñaron a creer que la crueldad está ligada a la historia. Con interés escucha comentarios sobre guerras, violencia y conquistas sangrientas. Cuanto más agresivo es un líder, cuantas más víctimas pesan sobre su conciencia, más sobresale sobre el resto de gobernantes bondadosos, quienes aparentemente no destacan en nada. Según las rapaces leyes de este mundo, todo vale: la lucha entre especies desemboca en la lucha entre clases. Sobrevive el más fuerte. El hombre ha sido instruido en un gran número de materias totalmente ajenas a su naturaleza. Ha sido doblegado siendo forzado a creer en un Dios malvado. Lo han remodelado obligándole a acatar de cabo a rabo el código de leyes establecido (el más fuerte tiene la razón) y a obedecer a las autoridades impuestas (ya sea un dictador, las sagradas escrituras o una portada on-line).
Mientras, la imagen del hombre original se va desvaneciendo, hasta no parecerse en nada al hombre en su estado actual. De hecho, la realidad tampoco es única: la civilización contemporánea es la número 84 en una sucesión de civilizaciones viciosas, inmaculadas y mezcladas. Pues resulta que la humanidad está siendo arrastrada a alimentarse de un comedero dispuesto engañosamente como “buffet libre”, mientras que ignora la existencia real de un univérsum riquísimo de civilizaciones divinas. ¡Es de la alta cocina de la que le convendría alimentarse! ¿Pero quién muestra al mundo estas otras fuentes de alimentación —las de la sabiduría suprema, del amor inenarrable, de la bondad indescriptible, de la pureza absoluta, de una paz inexpresable, de lo infinito de la misericordia, de la infinita paciencia, belleza, armonía y vida eterna? ¿Quién le explicará al hombre cómo fue en realidad, en su modelado inicial?
En muchos rincones del planeta se siguen erigiendo castillos medievales, pirámides-zigurat, monumentos en honor a la cultura del pasado. Pero… ¿acaso pueden estos revelar las cualidades espirituales de quienes fueron sus contemporáneos? ¿Qué motivaba el entusiasmo de los habitantes de los archipiélagos divinos? Y… ¿qué estatutos se trazaron en sus corazones? ¿Cómo establecían relaciones personales y sociales? ¿Cómo tenía lugar la comunicación con el mundo espiritual? ¿Cómo era el hombre original, lejos de los modelos impuestos por los manuales e Internet? ¿Cómo eran esas civilizaciones inmaculadas? En estas cuestiones no se puede avanzar con una espátula de arqueólogo ni con una lupa de bibliotecario. Es necesario tener la gran marca de buscador de la última verdad, el inconformismo del pionero. Es inútil medir a los habitantes de los oasis de la paz con los parámetros del Homo sapiens euro-americanizado promedio.
La humanidad se encuentra atrapada en un callejón sin salida; está cada día al borde de la Tercera Guerra Mundial. Las religiones del mundo buscan una salida… Día y noche, todo el santo día, están los gurús de la televisión y de internet incidiendo en la importancia y en la utilidad de la relación del ser humano con el mundo circundante y con la galaxia entera. ¡Todos adoctrinan sobre la armonía y la unidad! Llaman a la integración en el amor universal, a que se irradie optimismo y se haga el bien… Pero, adecuada y correcta como es, por algún motivo, no solo nadie alcanza esta armonía, sino que ni siquiera se avanza en su dirección.
Así, en estos días de crisis omnihumana que afecta prácticamente a todas las esferas del ser, Juan de San Grial, místico y profeta actual, hace entrar al lector en el mundo de la espiritualidad cátaro-bogomila. Se enuncian en un idioma vivo y accesible, profundísimas cuestiones del universo; se interpretan en un nuevo nivel famosos temas bíblicos e históricos. En la persona de Juan de San Grial se ha traído el conocimiento sobre la luminosa espiritualidad universal, fuente primigenia de todas las luminosas escuelas espirituales y filantrópicas, manifestada en la Tierra en la forma del zoroastrismo original, el cristianismo original (en el que incluimos el maniqueísmo, los paulicianos, el catarismo de Europa Occidental y la creencia de los cristoveres rusos), el orfismo en la religión olímpica de Grecia, la Cábala en el judaísmo, el sufismo en el Islam, el Zen…El autor teniendo gran dominio de los misterios del gnosticismo antiguo y de todas esas materias, tiene al mismo tiempo acceso a la Biblioteca Mística, que guarda los conocimientos de las antiguas civilizaciones de Atlántida y de Hiperbórea. Cada nuevo libro de Juan de San Grial nos proporciona su inaudita y sorprendente visión de la Tierra. Nos transmite no solo su percepción del mundo, sino también su saber enciclopédico. Aprendemos filosofía, religión, mitología, literatura, música, y no solo enseñanzas cátaras. Vemos otro punto de vista sobre la realidad internacional de aquel al que estamos habituados cuando leemos la prensa y oímos las noticias de la televisión. En nuestros libros hay dispersadas multitud de perlas ilustres, iluminaciones y llaves para entrar por las puertas misteriosas que atravesó padre Juan.
Los libros contienen enseñanzas para todo lector, sea cátaro o no. No son prédicas teológicas o teologías librescas, sino que la Sabiduría viva conversa con el lector, introduciendo a la persona en la dimensión de la Providencia Bondadosa. Al principio incluso puede parecer que el autor y el lector viven en distintos planetas con el mismo nombre. Pero luego, la misteriosa lógica de los textos y la enorme bondad del punto de vista del autor, poco a poco introducen al lector en un mundo nuevo. Es como un habitante de la noche que se asombra en un día soleado al reconocer su habitual paisaje nocturno.
Todos los que deseen aprender la sabiduría y prácticas de la escuela espiritual cátaro-bogomila son invitados a hacerse participes de nuestra enseñanza.