Estamos en el siglo XXI rodeados de todo tipo de avances tecnológicos que supuestamente nos ha ayudado a… ¿A ser más evolucionados? ¿A tener más inteligencia? ¿A vivir mejor?
Móviles, ordenadores, internet, televisión, cine… Toda una realidad virtual que aparentemente nos une, pero que en realidad está ocasionando una gran separación entre los seres humanos.

Existe un plan de deshumanización global que empieza con la aceptación masiva de las nuevas tecnologías, vendidas como parte necesaria para la evolución. Pero miremos con ojos sobrios a nuestro alrededor: calles vacías sin niños jugando en ellas, parques con grupos de adolescentes que no hablan entre ellos, mirando las pantallas de sus móviles, incremento de las consultas a psiquiatras por adicciones a una artificial comunicación, aumento nefasto del número de suicidios en jóvenes. Niños solitarios, niños depresivos, niños aislados, niños violentos, bullyng, peleas, golpes, violaciones… Y ellos, los niños, son el futuro de nuestro planeta.

Vayamos más allá. ¿Por qué la humanidad se violenta más, cuál podría ser una de las raíces de su caída? Pensemos en los videojuegos. ¿Qué imágenes aparecen en ellos? Zombis, armas, vampiros, sangre, guerras, muerte… No hace más de una semana, en una conocida tienda de juguetes para niños encontré un juego con la siguiente regla para ser el ganador: “Baja al Dungeon. Mata todo lo que encuentres. Apuñala a tus amigos y quédate con sus cosas. Toma el tesoro y corre. Admítelo. Te encanta”.

No necesita más explicación. La misma lectura de esta regla ya nos indica el universo oscuro que se abrirá ante nuestros hijos.
Sigamos desentramando una cruda realidad, abierta incluso por sus propios creadores. En las redes circula ahora una entrevista del impulsor de Facebook, Sean Parker, quien afirma:“Se nos ha escapado de las manos, son un problema de salud psíquica, crean adicción, solo Dios sabe lo que está haciendo con el cerebro de los niños”. Y sigue explicando: “Para conseguir que la gente permaneciera mucho tiempo en la red, había que generar descargas de dopamina. Eso explota una vulnerabilidad de la psicología humana. Esto lo sabíamos y a pesar de ello, lo hicimos”.

Pero ante todo este panorama tan desolador, hay una gran esperanza que los cátaros abren al mundo:
Se puede vivir con verdaderas relaciones del corazón, ante la deshumanización a través de las frías tecnologías nosotros proclamamos la vida con el corazón abierto. Nuestras comunidades, encuentros, convivencias, abren una manera de relacionarse arquetípica que ha estado presente en todos los tiempos y civilizaciones bondadosas.

La vida no para uno mismo, sino para el prójimo. La vida con relaciones humanas, sanas, basadas en el amor, pero no un amor egoísta, interesado, obsesivo…, sino un amor real, incondicional, duradero. Lo más importante no es la evolución, el alargamiento de la vida artificial, órganos clonados, chips insertados… ¿Para qué vivir más, si se vive en un infierno? Nada de esto es comprensible para el corazón. Nada de todo esto forma parte de la dimensión del amor, que al fin y al cabo, es lo que cada ser humano busca en esta Tierra.
Estamos ante un gran reto mundial: la elección de una humanidad pereciendo bajo esta gran trampa tecnológica donde un futuro semi-hombre, semi-robot andante, sin conciencia ni corazón, pudiera poblar países fríos, metálicos, grises; o una humanidad de seres humanos con una vida floreciente y luminosa, basada en los estatutos hermosos del corazón.
¿Qué eliges tú?