Buenos Hombres

Los cátaros profesaban el puro amor y enseñaban que Dios es este amor purísimo. No aceptaban ningún tipo de usurpación ni violencia y firmaban que el hombre cambiará únicamente con la fuerza del amor. Ellos alababan Minné —el ideal del amor divino. Los cátaros eran excepcionalmente bondadosos y amorosos, con la misma veneración trataban a Dios y al hombre. Ellos negaban “el juicio final” y la represalia de ultratumba por los pecados y enseñaban que el Altísimo era infinitamente bondadoso y misericordioso, el Padre Buenísimo de los Buenos, Claro y Solar, Fiel hasta lo último, que no juzga y nunca traiciona, Padre Amoroso, Incondicional, Justo y Puro. No creían en un Dios distante, que juzga, castiga, persigue, manda al infierno… Desenmascaraban a sus oponentes, los inquisidores romanos; decían que su religión estaba basada en el miedo. Y el miedo, según los cátaros, excluye el amor.  La base de la práctica de los cátaros era la catarsis: la completa y profunda purificación del hombre.

No existe una definición breve y concisa del catarismo. La espiritualidad en que se basa la civilización cátara resplandeció en la Edad Media y ha evolucionado continuamente, sin perder su autenticidad. Por ello, todas sus manifestaciones, independientemente de su condicionalidad temporal, componen una unidad inseparable, una tradición común que de siglo en siglo fecunda, escondida o claramente, la cultura humana. El catarismo es un modo de vida, una forma de ser y una forma de concebir el mundo y convivir con él. Es la realización de las aspiraciones más elevadas y más nobles de la persona, que se realizó en contra del orden mundial circundante, donde impera la usurpación, la competitividad, el materialismo, el miedo, la dominación…

Los cátaros constituyeron una civilización única, cuya base estaba formada por la certeza absoluta de que la Divinidad reside en el interior del hombre, de que el hombre es bueno y de que el hombre es el mayor valor de la Tierra. Esta certeza, que compartían muchas civilizaciones del pasado,  tiene bases y raíces históricas, pero su resolución está en el presente y en el futuro. El catarismo no contempla  solamente el movimiento espiritual de la Europa occidental medieval que cayó  bajo los golpes de la cruzada y la inquisición, sino que es comprendido como la espiritualidad del amor puro y libertad plena, dirigida a la Divinidad celeste, que eleva el alma hasta la dignidad divina. 

Los Templarios y la espada Excalibur

 

¿Qué es ser templario? ¿Por qué con solo escuchar este nombre se enardece el fuego del espíritu? Muchas personas sienten admiración y respeto hacia los caballeros. Para llegar comprender dónde está el origen que despierta este sentimiento, para llegar a hacer propias estas cualidades que admiramos, hace falta hacer uso de las mismas armas que usaron ellos, los verdaderos templarios: la intrepidez, la sobriedad, la verdad, la honestidad, los buenos motivos y la fidelidad hasta lo último. Los Templarios representan la figura arquetípica del caballero que reúne en sí las cualidades divinas y las hace prácticas en la Tierra.

La leyenda de Arturo es un ejemplo de caballero Templario y de su camino de consagración. A través de esta leyenda podemos comenzar a percibir en nuestro interior qué implicaba ser un caballero Templario.

A continuación reflejaré parte de una historia titulada ‘Excalibur: la espada de la virginidad eterna’ a partir de fragmentos de textos extraídos del libro El Grial, Iniciación en la caballería blanca, de Juan de San Grial.

Esta es la parte donde se cuenta cómo Arturo cae herido ante un caballero negro y su preciada espada sufre un gran agravio. Curado de sus graves heridas, la mayor aflicción del rey es que su espada ha sido dañada durante la batalla.

“¡Oh, mi espada, la espada del bien, la fuerza victoriosa del Espíritu Claro! Sin ti prácticamente no soy nada. ¡¿Qué es un caballero sin espada?!

¿Acaso el mal es más fuerte? —las dudas asaltan a Arturo— ¿Cómo pudo suceder que la espada se rompiera? ¿Cómo pudo fallar la fuerza que proviene de esta espada que fue sacada de una roca?”.

Llega el desierto para Arturo. Pensamientos, ausencia de gracia, batalla, desesperación, soledad…

El destino de Arturo refleja el camino del paladín en el Univérsum. Heridas provocadas por el enemigo, interminables batallas, una espada rota,… desgraciadamente ese es un peldaño en el camino de la lucha contra el mal. Mientras más elevado sea el peldaño de la caballería, más fuerte será la acción opuesta de las fuerzas del mal. Matarán a tu caballo, romperán tu espada. Lo perderás todo, pasarás una crisis profunda y un desierto…

Myrddin (conocido popularmente como Merlín), reconforta con sus oraciones a Arturo, que es hijo espiritual suyo. Arturo es aliviado en su dolor. En su corazón de nuevo se despierta el fuego del camino espiritual. El caballero arde en deseos de interceder por la verdad y continuar la batalla contra el mal mundial.

“¿Qué camino debo tomar, amado padre?”, pregunta Arturo. El anciano Myrddin, ataviado con ropajes blancos, toma al joven de la mano y lo conduce tras él.“¡Hijo mío, nos acercamos al principal acontecimiento de nuestra vida espiritual!”.

Aparece la Reina Celestial —la Dama Blanca, la Amada y Guía esperada por todo caballero de la bondad— y acercándose a Arturo, le pide que le entregue el voto de la fidelidad y del servicio caballeresco.

“¿Qué debo hacer para lograr eso?”.

“Reúne en tu corazón lo más valioso que tengas y conságramelo a Mí completamente. En su momento, Yo te lo devolveré todo”.

El joven da el voto de completa y total consagración. A cambio, la Reina le pide que prometa cumplir Su voluntad, cuando Ella lo necesite.

“Por muy difícil que te resulte, hijo mío, esfuérzate por obedecer mis palabras”, le dice con amor maternal la Reina Celeste a Arturo. Y el caballero se inclina ante Ella con vehemencia.

La Reina de los caballeros se vuelve muy cercana a Arturo… y entrando en su corazón le entrega su tesoro celestial. El joven es preso de un entusiasmo indescriptible.

“¡Oh, no hay nada más hermoso que servirte a Ti, Soberana Celestial! ¿Qué puedo hacer por Ti? —exclama Arturo con lágrimas en los ojos— ¡Te regalaré todo lo que me pidas! ¡Te regalo mi corazón!”.

La Reina sonríe. Lee la aflicción del caballero por la pérdida de su espada y le propone otra Excalibur, la Excalibur eterna, una espada que ningún mal puede destruir.

El caballero toma la espada de las manos de la Reina, la besa: “¡Oh, gloriosa Excalibur, espada de la virginidad eterna, indestructible por el mal, la espada de la misma Reina Celestial!”.

No existe espada más elevada que la Excalibur celestial entregada de manos de la Reina Celeste. Arturo le daba un gran valor a la espada que había extraído de una roca, bautizada en su momento como Excalibur, y que significaba el impulso del espíritu de la bondad y del servicio desinteresado al Bien como caballero. Pero no es suficiente solo con el impulso del espíritu de bondad y amor personal, es más, estos valiosos valores tienen que enardecerse con la pureza. Llega un momento en que esta espada puede romperse, las batallas se tornan mas duras. Por eso la espada del caballero pasa por una transformación, de la Excalibur terrenal a la Excalibur Celestial.

Los caballeros templarios tenían el lema “Bon Amor Pur”, el amor bueno y puro. Es una definición absolutamente genial. El amor para ser bondadoso ha de ser puro y para hacerte puro, adora a la Purísima. La consagración y adoración a la Reina Celestial es el mayor amparo para el caballero.

Ante el verdadero voto, la misma Reina Celeste corona con la auténtica espada invencible “Excalibur” a su hijo fiel y lo convierte en caballero-rey.

***

Las leyendas sobre los tesoros de los templarios son ridículas y sólo expresan suposiciones de ávidos inquisidores. El mayor tesoro templario es el escudo de la Reina Celeste, de la Purísima, y su espada, ¡fíjate!, es pacificadora, es la espada de la virginidad eterna.

Cuán importante es devolver a la humanidad el gran ideal de los caballeros-templarios, que fueron calumniados y desacreditados con el sacrilegio cometido por cronistas-estafadores, mercenarios romanos que dominaban con elegancia el arte de magia verbal y la historia manipulada, que terminaron presentando a los nobles desposines caballeros como mezquinos plebeyos-monjes, cruzados-conquistadores.

Los Caballeros Templarios o la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo (latín: Pauperes commilitones Christi Templique Solomonici) fue una de las más famosas órdenes cristianas (1119–1314).

En esta orden de buenos caballeros había templarios franceses, italianos, occitanos, españoles, eran famosos porque en ellos estaba la verdadera intención de defender a las buenas personas, eran caballeros defensores del bien que luchaban contra el mal mundial.

Tras la cruzada de Jerusalén, los templarios se amotinaron al comprender lo que era la cruzada en realidad. El pontífice romano de la época, envió a los cruzados (portadores de la cruz), para que vencieran a los musulmanes y establecieran la ciudad de Cristo. En realidad la mayoría de estos cruzados eran mercenarios, asesinos merodeadores, sodomitas, verdugos, ladrones, sembrando por donde pasaban sangre, libertinaje y desmadre.

En cambio los caballeros templarios tenían una predisposición hacia el templo de Jerusalén con respeto a la fuente de conocimientos y tesoros sellados en los depósitos del mismo santuario. Así, los templarios espiritualmente heredaron el cofrecito del tesoro del templo de Jerusalén. El valor mas preciado de este tesoro era la misma Reina Celestial a la que adoraban secretamente. A los grandes maestros de la orden les fueron abiertos pergaminos fragantes, textos escritos misteriosamente y cetros que daban poder sobre el mundo. Ellos sabían el camino hacia las “llaves de Salomón”, que eran uno de los tesoros básicos y secretos de la orden, no destinados a la divulgación pública, sino sólo a los templarios consagrados.

Ante el incremento de la luz espiritual de la orden del Temple, Roma invitó a Bernardo de Claraval a escribir el Tratado de Concilio de Troyes, la ley de monacato espiritual.

Claraval fomentó la idea de los monjes con espada redentora. Presentó a su Cristo redentor y sus caballeros monjes redentores. Quiso presentar la imagen del templarismo bajo imágenes de Roma. Muchos que se denominaban templarios, pero que no estaban afianzados en la profundidad espiritual de la orden, fueron tentados ante esta imagen aristotélica de poder y externa, y entraron a formar parte en esta copia tergiversada de ‘templarismo romano’.

Los caballeros fieles de la Orden del Temple, con los tesoros espirituales que les fueron entregados en Jerusalén y con la grata influencia de sus hermanos cátaros, rechazaron el monacato propuesto por Roma y aceptaron formar parte de la caballería de la virginidad eterna.

Los caballeros Templarios rechazaban los conceptos de patriotismo, nacionalismo, separatismo fundamentalista religioso, de todo aquello que se presentaba superior al hombre, a la naturaleza o a la misma divinidad. Los templarios denominaban a esto “amor malo”, ya que rompía la armonía del principio universal de la unión entre la humanidad, la cercanía real de la buena divinidad y el respeto hacia la naturaleza.

El amor malo típico es la inquisición. Hay dos fórmulas horribles que pronunciaban los inquisidores antes del auto de fe para encender la hoguera alrededor de la “santa víctima”. Decían: “Ad majorum gloria dei” (para la mayor gloria de dios, por ti mismo, por tu propia salvación). Esta es la fórmula del mal amor, por amor te matan, te torturan, te mienten, y encima te dicen que es por tu salvación.

El templo de la paz de los Templarios no es el templo de Jerusalén, ni de Roma, ni de Constantinopla. El templo templario es el Templo de la paz, de la virginidad eterna y de la ausencia de rencor.

Si miramos el párrafo 306 de los estatutos de los templarios reza: “Desde el principio hemos tenido a la Madre de Dios, nuestro honor y gloria”.

Ella es nuestra Alfa y Omega en realidad sin plazo”, decían los templarios refiriéndose a la Reina Celeste

¡Esto es templarismo! Por esto, los templarios (los caballeros del Templo) se consideraban guardianes de la Sabiduría con la Santísima Madre Divina.

 Los votos del caballero templario

En una primera época, las normas o reglas templarias no estaban escritas y lo fundamental por lo que se caracterizaba era por los votos de castidad, pobreza y obediencia. Habría que hacer un inciso importante sobre la definición de estos votos ya que están condicionados por la tendencia de la versión templaria romana, en que se transformo la buena orden del Temple.

  1. El voto de castidad sería mejor definirlo como el voto de la virginidad eterna. Como hemos visto en la historia del rey Arturo y Excalibur, es un voto muy importante y que viene dado de forma natural tras una trayectoria ya definida del caballero. La virginización no es algo impuesto, ni forzado. Es lo que sucede cuando el caballero conoce a la Reina Celeste y la importancia de Su amparo. Ella será la que de pie a la virginización progresiva del caballero. Podemos ver, que ocurre cuando el voto de castidad es forzado por medio del celibato o monacato. Al no ser naturalmente dirigido por la Reina Celestial puede llegar a desembocar en trastornos psíquicos, obsesivos sexuales y de conducta.
  1. El voto del sin rencor. Esto es muy parejo al voto anterior, ya el mayor fomento del mal y del rencor es la lujuria. Cuando esta está sublimada deviene en un rencor justificado. Es el caso de la inquisición. Asesinar a una persona justificadamente.

El caballero a través de la purificación y virginización vestía sus acciones con motivos puros. ¿Por qué los templarios se entregaron a las torturas y hogueras? Para comprenderlo hay que leer al anciano ruso León Tolstoi: fueron corderos sin rencor.

El rencor es la suma de la lujuria. El  racionalismo, pasiones bajas, placeres miserables, si no son purificados y son reprimidos se manifiestan tarde o temprano en rencor.

Es una idea muy incomprensible que los templarios siendo tan “poderosos” fueran corderos sin rencor. Decían: “hay que vencer el rencor como una nube pestilente que se ha instalado en nosotros”. Esto es el templarismo de la Madre Divina.

  1. El voto de pobreza. Mejor que pobreza definirlo como el voto del desinterés o no acaparación. Pobreza se relaciona a no tener dinero, es error, uno puede no tener bienes y sus motivos pueden ser interesados y propios. Desinterés es dar todo sin esperar nada, ofrecerte completamente al servicio desinteresado al prójimo, a la humanidad, a la Tierra es también un voto muy elevado que, igual como el anterior viene dado a través de la pureza y virginización.
  1. El voto de obediencia se podría definir como el voto de fidelidad. El caballero integra profundamente que su vida esta consagrada a la Reina Celeste, que el concilio de caballeros son las vestes de la misma Reina y que la guía del anciano espiritual es el que traerá de forma efectiva las imágenes verdaderas para cada acción.

Estas cuatro reglas eran el arquetipo original del caballero Templario. Mas adelante Bernardo de Claraval, en su famoso Concilio de Troyes, trato de ‘monjeizar’ el elevado grado espiritual de los caballeros templarios añadiendo nuevas reglas: admisión en la Orden, reglamentaciones penales, etc., definiéndose con más claridad el carácter religioso de la Orden. Comenzaba así la transformación  templario-romana. El “patriarca de Jerusalén” añadirá luego 24 artículos y revisará una docena: destacan, entre ellos, la reserva de la capa blanca para los caballeros y la reglamentación de la presencia de clérigos, temporalmente en el Temple, etc.

A estas reglas se le añadirán, más adelante, otros artículos o explicaciones, llamados “retraits”, que la complementarán. Los primeros están fechados en la época de Beltrán de Blanquefort, y se centran en la jerarquía de la Orden; posteriormente, en 1230, y luego en 1260, se incluirán nuevos artículos, referentes a  la vida en los conventos, a la disciplina, a las sanciones o a la admisión en la Orden.  Tantos nuevos añadidos llevarán a que la Regla llegue a tener 678 artículos, lo que obligará a redactar versiones reducidas, traducidas a lenguas vulgares.

Los templarios fueron un ejemplo de manifestación del espíritu bueno y puro en la Tierra, y como siempre, este espíritu fue perseguido y tratado de ser extinguido por medio de Roma a través de la reglamentación y ‘religiosización’. Se repite lamentablemente la historia de los diferentes ungidos que pasaron por la tierra y de los pueblos que fueron fieles a ellos.

Cuán importante es recuperar la imagen clara del verdadero templarismo como vía espiritual. Quitar el disfraz en el que fue envuelto. Borrar la imagen de poderosos templarios con grandes sacos de dinero, envueltos en trajes decorativos adornados con cojinetes naranjitas y leyendo algunas oraciones esotéricas.

Restableciendo el trono de los Templarios se devuelve al ser humano la esperanza de los destinos luminosos.

¿Por qué la pureza es tan importante en la humanidad?

 

   Podemos decir que la pureza no viene de este mundo. Es un símbolo, un estandarte, un pilar de los mundos donde no existe el mal. La pureza es la base de toda comprensión del alma. Puede parecer lejano, pero en realidad es la condición más natural de cada uno de nosotros. Si no hay pureza, no puede haber salud.

 

¿Quién no siente que el alma se alimenta y se consuela cuando podemos admirar la magnificencia de un resquicio de naturaleza virgen, si olemos la indescriptible fragancia de una flor, o escuchamos una hermosa melodía…? ¿Se podría vivir con esta sensación para siempre? El catarismo lo afirma rotundamente. No es una utopía, ni un sueño. Es una realidad de la vida espiritual verdadera.

 

La catástrofe de La Tierra: La falta de pureza.

 

Quebrantar las leyes de la naturaleza del bien conlleva la enfermedad y la muerte. Pero vivimos en un territorio de especiales características, en donde no imperan las leyes del buen Univérsum sino las de un mundo corrupto. Y como una excepción de entre miles de constelaciones, aquí en La Tierra, existe la mezcla entre la pureza y la lujuria, entre la luz y la oscuridad, entre el bien y el mal. Sólo por la alquimia prohibida del remodelado de adaptación el hombre puede vivir sin pureza, alimentándose de todo tipo de gozadas y tentaciones. Y podemos nutrirnos de fuentes contaminadas que nos envenenan lentamente sin ni siquiera saberlo.

Esto que en apariencia pasa desapercibido tiene una gigantesca repercusión en nuestro cuerpo físico y espiritual.

 

Una rama milenaria de gente pura.

 

Hoy en día sólo el catarismo habla de profunda pureza, pero esto no es algo dado repentina y gratuitamente, sino que ha sido un legado sagrado que ha permanecido en el mundo gracias a las hazañas de caballeros y mujeres mirróforas custodios de este tesoro.

Hablamos de hazañas porque la lucha entre el bien y el mal siempre se ha dado, y la pureza como valiosísima joya, fue y sigue siendo hoy en día objeto de hurto para los ladrones espirituales, aunque sin conseguirlo.

Hace 800 años la religion occidental, intentando adueñarse de las miles de ventajas de la pureza cátara impuso entre los votos monásticos el de castidad, desencadenando perversiones y escándalos que llegan hasta nuestros días. Y esta misma tergiversación la encontramos en la sociedad actual, donde la agresividad, la lujuria, los placeres diarios, se admiten como una costumbre, y quien valientemente se atreve a acumular pureza es perseguido, calumniado y desacreditado.

 

La victoria del bien será gracias a la virginidad.

 

¿Cómo no volver a lo que somos en inicio, a lo verdadero? Es la recuperación de nuestra herencia robada, es lo que el alma quiere, busca y necesita para vivir en la plenitud de la libertad espiritual, pues la Divinidad, de quien debemos tomar ejemplo y de quien somos hijos herederos, no sólo es pura, sino intachable e inmaculada.

La pureza es la llave maestra que abre nuestro potencial divino de forma personal, y también milagrosamente es la única herramienta pacífica y poderosísima para el cambio del orden mundial.

Humanismo

Algunas personas nos preguntan: ¿Por qué hablar de Catarismo en una época como la actual? En nuestras calles, colegios, hospitales, despachos de intelectuales, empresarios… por todos lados está empezando a dominar una nueva era postbiológica, tecnológica o transhumana. Pero, ¿qué es esto? Se trata de un movimiento consciente de deshumanización con cada vez más fuerza.

Se rechazaron la consciencia, los inicios sublimes, nobles y arquetípicos del hombre, y ¿en qué se convierte el ser humano? Esta emergente mentalidad se fomenta en la consideración del hombre como un fracaso, se considera que nuestra especie fracasó en su proceso de evolución y desarrollo, tanto biológico como cultural, y por tanto, que la condición real del hombre es, literalmente, ‘miserable, sesgada y asfixiante’.

Y esta es la triste forma en la que sin darnos cuenta nos miramos unos a otros, siempre viendo el peor rasgo del prójimo. Considerando a Fulanito inútil, a Fulanita tontita, al otro un aprovechado… Y así, un largo etcétera que en definitiva se traduce en un menosprecio al valor del hombre, en una incapacidad de ver lo que realmente se esconde en los demás, convirtiendo al otro en un enemigo del que hay que prevenirse, en un cero con signo negativo.

Y de esta manera, casi sin darnos cuenta, el mundo se va edificando en la individualidad donde uno solamente puede confiar en uno mismo o si acaso en su ‘fiel amigo’ Google. Desde este punto de vista, cada persona tiene la obligación de ser autosuficiente, empoderado, independiente, omnisapiente, y si no es así, es un individuo mediocre. La individualidad elitista, tecnología y misantropía son los tres rasgos del nuevo paradigma postbiológico que quiere establecerse.

Y es por esto, que ¡el Humanismo solar Cátaro, al estilo de León Tolstoi, está más de actualidad que ninguna otra cosa!

¿Cómo se puede crear una sociedad en la que los valores universales, y no leyes frías, rijan nuestras vidas y relaciones? ¿Cómo se puede vivir en comunidades, familias, amistades construyendo un auténtico concilio donde cada miembro es transcendentalmente importante? ¿Qué puede dar el impulso para buscar actuar siempre con el bien? O sencillamente, y realmente la base de todo lo anterior, ¿cómo se puede amar de verdad?

Para amar a la gente, verla tal y como es, se tiene que caer la venda de la exterioridad que obstaculiza nuestra vista. Los Cátaros consideraban a cada persona de la Tierra el templo increado de la Divinidad. No que el Dios está en algún lugar lejos e inaccesible para el hombre, sino que la plenitud de la Divinidad habita escondida, como en un campo de concentración pequeño, en el interior de cada persona. Y he aquí el estatuto cátaro y de la espiritualidad universal: ver a Dios y ver al prójimo es lo mismo.

Pero ¿cómo se puede ver al hombre auténtico, más allá del ser exterior? Aquí entra en juego el camino espiritual interior, ya que sólo se puede ver al hombre real, el ser teohumano no manifestado, con los propios ojos de la Divinidad. Un pequeño ejemplo: los indígenas americanos al llegar los conquistadores los veían como Dioses, seres perfectos sin mal, ¿porqué? Por qué ellos mismos no conocían el mal, en ellos esto no existía y por tanto eran incapaces de verlo en los demás.

¿Y cómo, si por primera vez lo ves, despertarlo y ayudar al otro a manifestarlo? Otra vez, a través de la purificación y el camino interior, acumular el amor divino. Ya que el amor del cielo, puro y virginal (los cátaros le llaman Minné), es la incisión que hace que ese potencial divino estalle y resplandezca, es la fuente de la catarsis purificante, del conocimiento de uno mismo, de la liberación del mal. El amor Minné salva, cura y entrega la vida eterna.

Si cada uno de nosotros asimilará en lo interior esta profunda visión del hombre, si pudiéramos ver al ser humano con los ojos puros y divinos, se terminarían las guerras y se establecería la paz eterna, desaparecería la necesidad de la civilización tecnocrática, desaparecerían los miedos y malos pensamientos… Por qué ya no uno mismo, ni un Dios abstracto y ajeno, sino que cada alma de la Tierra sería nuestro último objetivo, hacer el bien y dar el amor a los demás: el sentido de nuestra existencia. Pero, ¡esto no es una idea utópica, en la edad media la civilización Cátara demostró que era real y posible!

 

 

 

María Magdalena. La esencia del Amor.

¿En que consistió la esencia misteriosa de María Magdalena? Sí, sabemos que fue maestra, guía instructora, conocedora de grandes misterios espirituales, heredera de Cristo, custodia del Grial, discípula de María… Pero su singularidad consistió en que pudo aceptar en su corazón la PLENITUD del amor, un amor vivo, real, dedicado, activo. ¿Qué quiere decir vivo? A continuación trataremos de plasmar lo que quiere decir, pero para empezar queremos diferenciarlo del amor de pensamiento, particular, personal; y por lo tanto abstracto, limitado, temporal o condicionado.

La existencia de este amor era tan evidente que solo su presencia conmovía a las personas. Sus corazones se enternecían al recibir este amor en forma de la vibración tan elevada que transmitía: en forma de olas, como una música silenciosa, inundaba todo a su alrededor. Bastaba con estar cerca de ella, permanecer en su esfera, para que el ser interior se cambiase, incluso hasta hacer una metamorfosis positiva: despertaba su potencial divino, se iniciaba en la sabiduría superior, y podía llegar a nacer de nuevo.

María Magdalena, al haber conocido y experimentado la revelación del amor supremo y puro, podía colmar con este amor a todos los que venían a ella pidiendo ayuda, independientemente del estado en que se encontrasen. Toda persona era merecedora de ser contemplada bajo la luz de la pureza con su mirada sagrada: veía la belleza, pureza, bondad en cada uno: el yo verdadero, original, solar.

Al experimentar este consuelo, muchas personas quisieron convertirse en discípulos suyos. Entonces María Magdalena los preparaba para convertirse en receptores de este grado superior de amor. Ella se transubstanciaba en el prójimo, se unía de modo puro y luminoso, desinteresadamente. Y es a través de una unión, un matrimonio espiritual entre las almas, que este amor sagrado y absoluto se trasvasa de un corazón a otro. El alma vive entonces en el prójimo, permanece unida a él, le sirve. Uno sirve al otro, está en unión con el otro… y la humanidad se convierte en una gran fraternidad.

Con esta perspectiva luminosa sobre el otro, se le ayuda a vencer  las pasiones oscuras, los pensamientos malos, la mentira  y otros tantos venenos como el rencor o el juicio. Como es de suponer, la unión pura se da a condición de cultivar la pureza el interior. Tras recibir una iniciación en la sabiduría universal, se ha de adquirir el discernimiento sobrio, estar en continua vigilia espiritual, realizar catarsis.

Pero este proceso sería imposible sin encontrar un espejo sagrado en el que se pueda ver el alma. Y en esto consistía la fuerza de María Magdalena. Era una manifestación perfecta del amor celestial, la unión y la transubstanciación en el prójimo.

No necesitaba hacer uso de la palabra para comunicarse. Su escuela, fue una escuela sin dogmas ni cánones ni libros. Ilustraba con su ejemplo vivo de amor, con relatos verdaderos sobre su propia experiencia. Si pronunciaba sabios discursos, era en respuesta a las muchas preguntas que le planteaban científicos, ilustres poetas, escritores o filósofos. María veía muchas de estas preguntas como innecesarias, pero respondía con humildad, diciendo que era la Sabiduría la que le dictaba estas respuestas y lo hacía como prueba de que quien posee el amor superior posee también el horizonte de todos los demás conocimientos; de la misma manera que para quien está cerrado el amor, le está cerrado el verdadero conocimiento.

Una catástrofe o Amor versus placer

 

¿Por qué esta humanidad está cayendo y cayendo estrepitosamente? ¿Por qué día tras día todo parece empeorar: la economía, las relaciones humanas e interestatales, los conflictos bélicos por fronteras dibujadas en la pantalla de un ordenador, la tensión ante la constante amenaza nuclear, la multiplicación de enfermedades, epidemias, inundaciones, terremotos, pantanos secándose, especies de los más hermosos animales desapareciendo… Destrucción. Muerte. ¿Por qué? ¿Qué está ocurriendo?

Hace unos días mantuve una conversación telefónica con una persona que me contaba feliz cómo se había enamorado y cuánto lo estaba de un hombre que vive en Barcelona. Ella es de Madrid. Lo ama locamente, y él también a ella. Pero a la vez dice que no puede soportar la distancia y que ha tomado una decisión: lo mejor es separarse, abandonarlo. ¿Cómo? ¿No puedes sufrir ni un poquito? ¿No puedes soportar una “prueba de novia”, no puedes aguantar por amor? Todo podría cambiar en dos meses, o en un año, pero no… Tan pequeño sufrimiento se le antoja insoportable. No puede coger la cruz. Mejor abandonar a su amado. Pero… ¡¿Cuánto va a sufrir él?!¡¿Cómo vas a darle un golpe así?! ¡Vas a romper su corazón! No importa. “La vida son tres días”.

Dos personas que se aman son capaces de abandonarse porque “la vida es una y hay que vivirla”. Este lema está destruyendo al mundo. Es su lema letal. Es una trampa fatal.

Imaginad que una madre al escuchar la peor de las noticias sobre su hijo: “su hijito adorado tiene cáncer”, respondiera: “Oh. No voy a poder aguantar, no podré, será demasiado sufrimiento, mejor lo llevo a un orfanato, allí lo cuidarán”. “Yo no puedo”. Es casi inimaginable, ¿verdad? Generalmente una madre, por el inmenso amor que siente hacia su hijito, lo cuidará, lo llevará a los mejores médicos, le dará medicinas, lo alimentará con la mejor dieta… Cogerá la cruz, y salvará a su hijo.

Este ejemplo de la madre parece descabellado, pero ¿acaso pensáis que no va a ocurrir esto en un futuro cercano? ¿Acaso pensáis que esto es una fantasía? No lo es. Ya ocurre. Gente que abandona a sus perros en las carreteras, novias que abandonan a sus novios hermosos, padres de familia que abandonan a sus hijos y se marchan a “vivir la vida”, hijos que abandonan a sus ancianos en residencias…, ¿os lo podéis imaginar? A sus propios padres, que les dieron la vida y consagraron cada minuto de su existencia a ellos. Pero… “La vida es solo una y hay que disfrutarla”. No se coge la cruz: la del amor.
El sufrimiento da miedo, se huye de él, ya nadie quiere sufrir y entonces ya nadie puede amar.

¿Qué es lo que más une? ¿Qué es lo que más fuertemente puede unir a dos almas, a dos pueblos, a un ser humano y a un animal? El sufrimiento. Es paradójico, pero es así. Pensemos sobre ello. Imaginad a un pajarito en medio de la calle, tiene un ala rota. Tú pasas por su lado, lo ves y algo en tu interior se prende, un fuego, una pequeña velita arde en lo interior: quieres ayudarlo, llevártelo a casa y curarlo, en ti nace la misericordia. Una persona a la que amas está muy enferma, está en el hospital con una enfermedad terminal, tú quieres que viva, le perdonas todos los errores, todo lo malo que un día pudo hacerte, lo amas cien veces más, estás más cerca de él de lo que nunca has estado. El sufrimiento une. El placer separa.

¿El placer separa? ¿Cómo? Dirán algunos. ¡El placer es bueno, el placer da placer, es bueno! No, no lo es. Es nocivo, es una imagen falsa, una absoluta quimera.
Justo es así: la vida consagrada en el placer prohíbe el sufrimiento que une.

Cuando uno quiere: cine, ocio, entretenimiento, yoga, sexo, restaurantes, vodka, viajes, consumo, pornografía… Placer, placer, placer… Se está encerrando en la propia cárcel del EGOÍSMO. Es el ejemplo de la mujer que deja a su amado porque mejor que sufrir la distancia es divertirse con un novio cercano, sea quien sea, no es importante. O el ejemplo de la mujer que abandona a su hijo con cáncer o de los hijos que abandonan a sus padres, porque mejor que ayudarlos y sufrir junto a ellos es: ir al cine, salir con amigas, beber champán y viajar a París… y vivir la vida… Porque: la vida es solo una, y hay que vivirla. Pero… ¡alguien está muriendo a tu lado!… ¡el novio al que abandonas llorará cada día con el corazón roto! No importa. La vida son tres días.

Escuché una historia real. Era un macroconcierto de rock. Veinte mil asistentes. Veinte mil alcoholizados, más de la mitad drogados: cocaína, hachís, éxtasis, sexo… En uno de los pasillos por donde pasan ríos de gente de un escenario a otro, cae un hombre. Se queda tendido boca abajo en el suelo. Nadie para. Un borracho más, piensan. Pero y si no es así, y si está muriendo, y si está sufriendo un infarto al corazón. ¡Está en el suelo, por favor que alguien acuda, necesita ayuda! Nadie para. Cientos de personas pasan a menos de un metro del cuerpo, pero nadie para. Al día siguiente los periódicos dan la noticia de que ha habido un muerto en el macroconcierto. Quizás fuera él. Pero veinte mil personas estaban disfrutando, viviendo la vida que solo es una.

El placer separa, la consagración al divertimento separa. El sufrimiento y la capacidad de ver el sufrimiento en el prójimo une. Los videojuegos, la tecnología, la industria de la estética, la gran maquinaria de Hollywood, los movimientos espirituales que solo buscan la felicidad de uno mismo, del “yo soy, yo valgo, yo merezco, yo me empodero, yo soy dios…”, etc., están destruyendo a la humanidad. El placer está consagrando a la humanidad en la cruz de la muerte: EL EGOÍSMO, y arrebatándole la cruz de la vida: la MISERICORDIA.

Un yogui que está meditando puede estar en posición de loto, repitiendo el mantra vacío: “love, peace, love, peace, love, peace…”. Muy cerca, en la calle, alguien se congela de frío. Pero él sigue: “love, peace, love, peace…”…, sin permitir que nada perturbe la calma a la que dedica tanto esfuerzo. “Disculpe señor, abajo alguien se está muriendo. Oiga, señor, escuche, alguien se está congelando”. Una de las respuestas probables que podría dar este yogui sería: “es su Karma”. (Y tendría toda una justificación esotérico-filosófica para no moverse ni un milímetro de su posición de loto, porque él lo merece, porque él se está empoderando, porque él ya es Dios). He llegado a oír a un new ager sobre la violación de un niño: su alma lo quería para aliviar su karma. ¡Cuánto desprecio, cuánta maldad! ¿Acaso no es esto la justificación de una aberración, acaso no es esto la bendición del mal?

O el famoso, manido y absurdo “todo está bien”. Pregunté a una persona que trabaja con niños si sabía lo que estaba sucediendo con las niñas en Tailandia y qué le parecía. Solo contestó: “todo está bien”… Disculpa, podrías contestarme: “¿qué está bien?”.

¿A dónde estamos yendo? A la destrucción de la humanidad.

Niños desaparecidos, violados, explotados, niños soldados, niños ahogados en el fondo del océano. Mujeres esclavas sexuales, prostitutas a punta de pistola. Matanza de jóvenes reclutados para la guerra, los mejores chicos, los más valientes, los más buenos… Pero nosotros seguimos: “love, peace, love, peace, love, peace…”.

Todos llegaremos un día ante las puertas de la muerte, y la voz de nuestra conciencia retumbará en nuestro interior mostrando la verdad última sobre nosotros mismos. Ante nosotros estará la Madre Divina, nuestra Madre, aquella que una vez dio a luz a nuestra alma con un amor purísimo. Tu madre, mi madre. Y ella, con su misericordia infinita nos preguntará: “Hijito amado, cuánto tiempo te he estado esperado, dime, cuéntame, qué hiciste en la Tierra, muéstrame tu corazón, qué se ha cultivado allá dentro”. Ante nosotros aparecerá una balanza. En un plato estará nuestra cruz, el amor acumulado, los frutos eternos. En el otro, las horas y horas y horas dedicadas al bienestar, al confort, al placer. El plato de la cruz no pesará más que una pluma de ave. El plato del placer será mayor que el peso de una montaña. Entonces diremos: “Perdóname, Madre, perdóname, Reina Celeste. Yo no quería, yo no lo sabía, perdóname”.

Ojalá Ella atienda nuestra súplica.