Historia de los Cátaros

“Hereje no es el que arde en la hoguera. Hereje es el que la enciende.

William Shakespeare.

Mucho se ha escrito sobre los cátaros Medievales. Aunque realmente han quedado muy pocas fuentes que provengan de los auténticos cátaros, pero hay algo muy evidente de su existencia y es la rica herencia que dejaron allí donde vivieron. Los valores de democracia, de libertad, igualdad y fraternidad quedaron impresos y dejaron una semilla que actualmente está floreciendo.

Eran Mujeres y hombres buenos, que creían en el amor puro, el cual era ajeno totalmente a este mundo, un amor desconocido por la humanidad y que los grandes ungidos como Cristo, Buda, Zoroastro, Mani… trajeron a la Tierra para multiplicarlo. Por lo tanto, toda su vida transcurría bajo las virtudes más elevadas de bondad, sabiduría, amor, paz, armonía… No se trataba de una religión o una filosofía, era una forma de vida. Su espiritualidad abarcaba todos los ámbitos de la vida desde su comportamiento a su alimentación, su música, arte, forma de trabajar, relaciones, etc.

El catarismo se extendió por toda la antigua Occitania (sur de Francia), Reino de Aragón, Navarra, Italia, Alemania y Flandes desde el siglo XI hasta principios del XIV. El Catarismo es heredero directo de los Teogamitas Eslavos y los Bogomilos balcánicos, y aún más allá, aztecas, mayas, egipcios… Civilizaciones muy elevadas que han existido en este planeta y que desconocían absolutamente el idioma del mal.

Debido a esta maravillosa y creciente forma de vida el poder existente vio tambalear sus cimientos y llevó a cabo la cruzada contra ellos por iniciativa del papa Inocencio III con el apoyo de la dinastía francesa de los Capetos. Pero algo muy importante en lo que la historia tradicional no suele profundizar fue la fuerza y el desarrollo con la que se dio el catarismo en España y en Cataluña. Allí vivieron los últimos Perfectos cátaros, como Guillem de Bélibaste, que fue quemado en la hoguera en el castillo de Villerouge-Termenès en el año 1321. 

No se trata de una “alternativa” al catolicismo romano medieval ni tampoco una temprana tentativa de “anticipar” la reforma o las conquistas democráticas de la edad moderna (como habitualmente lo presentan los investigadores actuales y comentaristas), sino la realización de las aspiraciones más elevadas y más nobles en la persona, que aconteció a escala de una civilización en contra de todo el circundante orden mundial, donde imperaba la usurpación, la competitividad, el materialismo, el miedo, la dominación…

 

 

!El Laurel ha reverdecido!

El Catarismo en Occitania

  El catarismo llegó desde los países eslavos en la frontera de los siglos XI y XII, antes de las persecuciones, y se difundió por los territorios de Cataluña, Aragón y toda Europa, en todos los estratos de la sociedad, recibiendo gran apoyo tanto de la nobleza como de la gente sencilla. Uno de los nobles más conocidos fue el vizconde Arnau de Castellbò, que favoreció a sus vasallos con atenciones, franquicias y privilegios, que superaban con creces los otorgados por los señores feudales durante toda la Edad Media. Cedió a perpetuidad a los habitantes de Castellbó molinos de viento, prados, bosques, pastos y aguas; por lo tanto, los eximía de todos los tributos y obligaciones vigentes en aquel momento. En definitiva, tenían una tierra que gozaba de una autonomía privilegiada y gran libertad para la época, hasta que Cataluña perdió sus derechos en el año 1714.

   Los elevados ideales cátaros influyeron y contribuyeron en la formación de la cultura y del arquetipo europeo, de las ideas de libertad y democracia.

   Los últimos perfectos cátaros vivieron en el antiguo Reino de Aragón y Cataluña, incluso llegaron hasta las tierras recién conquistadas de Murcia. El perfecto Guillém de Belibaste que dirigió una importante comunidad cátara en San Mateo-Morella (Castellón), fue el último perfecto cátaro. Belibaste fue traicionado por un espía de la Inquisición francesa que se hizo pasar por discípulo, convenciéndole de volver a Occitania a través de Lleida, Tortosa y Castellbò, para dar el consolaméntum a una supuesta moribunda cátara que era tía suya. Él acabó quemado vivo en el castillo de Villerouge-Termenès en el año 1321. Antes de morir expresó su famosa profecía: “Dentro de setecientos años el laurel reverdecerá”. Y hoy día es la hora de su realización.

Ser Cátaro en el siglo XXI

La verdadera revolución del Nuevo Humanismo se da primeramente en el interior de la persona; solo entonces tiene su reflejo en lo exterior. La humanidad cambiará cuando cambien las personas.

El gran ideal de la fraternidad

La igualdad, la libertad y la fraternidad como expresión de valores democraticos de la revolución Francesa fueron germinados en la civilizacón Cátara. La fraternidad es unirse en un solo corazon con el prójimo. Todos somos una gran familia Universal. 

La bondad

La práctica nos propone la renovación de la existencia a través del borrado de miles de quimeras que atormentan hoy en día al ser humano y guía hacia una vida clara, alegre y feliz. Es la hazaña de vivir con el corazón abierto, unido y bajo un único compromiso: La Bondad

El cambio interior

El Catarismo actual se desarrolla activamente; progresa y crece en diferentes esferas. No es un movimiento estático u obsoleto, sino que cambia y crece cada día. Abrir los depósitos del corazón interior es la gran hazaña del hombre contemporáneo.