La salvación de la humanidad está en la bonomización

A los cátaros se les llamaba originalmente “Bonshomens”. Su enseñanza daba testimonio del significado de su nombre. Decian: Hay que glorificar al Dios bondadoso, entonces el hombre también se hará más bondadoso. La base de la enseñanza cátara señala el Reino Divino como el Origen inmaculado del alma humana, recuperando esta memoria recuperamos nuestras cualidades como hijos de la intachable Divinidad.

Hoy los mecanismos mezclados del bien y el mal están tan impregnados que se han vuelto automáticos e inconscientes. El catarismo propone un nuevo camino, la multiplicación de la bondad como nuevo paradigma para la nueva humanidad.

Cuan importante es hoy en día la enseñanza cátara. La salvación del mundo no está en los símbolos míticos, ni en iconos, ni procesiones rituales. Tampoco esta en la tolerancia y aceptación del mal como forma evolutiva. La salvación de la humanidad está en la Bonhomización.
La humanidad necesita un cambio cualitativo, y este pasa por subir a otro escalon, el del rechazo del mal. Es imprescindible pasar por este escalon para que se realice el cambio profundo fructífero que proporcione al alma una alegría inigualable a ninguna otra cosa antes experimentada. Cuando este cambio se da, el misterio de una las principales leyes del univérsum se cumple, y la persona y todo su alrededor comienza a desarrollar una forma de vida en absoluta consonancia con los estatutos que rigen los modos de convivencia pacifista y conciliar.

¿Conocemos la verdad o solo un espejo deformado de ella?

Creemos que nos conocemos, que sabemos la verdad de nosotros mismos, de la sociedad en la que vivimos, de las instituciones. Nada más lejos de esto. Sólo somos conscientes de la interpretación que nos han querido “vender”, incluso de nosotros mismos. Y esta imagen desvirtuada y manipulada, la vemos como una realidad.

Al hombre le enseñaron a creer que la crueldad está ligada a la historia. Con interés escucha comentarios sobre guerras, violencia y conquistas sangrientas. Cuanto más agresivo es un líder, cuantas más víctimas pesan sobre su conciencia, más sobresale sobre el resto de gobernantes bondadosos, quienes aparentemente no destacan en nada. Según las rapaces leyes de este mundo, todo vale: la lucha entre especies desemboca en la lucha entre clases. Sobrevive el más fuerte. El hombre ha sido instruido en un gran número de materias totalmente ajenas a su naturaleza. Ha sido doblegado siendo forzado a creer en un Dios malvado. Lo han remodelado obligándole a acatar de cabo a rabo el código de leyes establecido (el más fuerte tiene la razón) y a obedecer a las autoridades impuestas (ya sea un dictador, las sagradas escrituras o una portada on-line).

Mientras, la imagen del hombre original se va desvaneciendo, hasta no parecerse en nada al hombre en su estado actual. De hecho, la realidad tampoco es única: la civilización contemporánea es la número 84 en una sucesión de civilizaciones viciosas, inmaculadas y mezcladas. Pues resulta que la humanidad está siendo arrastrada a alimentarse de un comedero dispuesto engañosamente como “buffet libre”, mientras que ignora la existencia real de un univérsum riquísimo de civilizaciones divinas. ¡Es de la alta cocina de la que le convendría alimentarse! ¿Pero quién muestra al mundo estas otras fuentes de alimentación —las de la sabiduría suprema, del amor inenarrable, de la bondad indescriptible, de la pureza absoluta, de una paz inexpresable, de lo infinito de la misericordia, de la infinita paciencia, belleza, armonía y vida eterna? ¿Quién le explicará al hombre cómo fue en realidad, en su modelado inicial?

En muchos rincones del planeta se siguen erigiendo castillos medievales, pirámides-zigurat, monumentos en honor a la cultura del pasado. Pero… ¿acaso pueden estos revelar las cualidades espirituales de quienes fueron sus contemporáneos? ¿Qué motivaba el entusiasmo de los habitantes de los archipiélagos divinos? Y… ¿qué estatutos se trazaron en sus corazones? ¿Cómo establecían relaciones personales y sociales? ¿Cómo tenía lugar la comunicación con el mundo espiritual? ¿Cómo era el hombre original, lejos de los modelos impuestos por los manuales e Internet? ¿Cómo eran esas civilizaciones inmaculadas? En estas cuestiones no se puede avanzar con una espátula de arqueólogo ni con una lupa de bibliotecario. Es necesario tener la gran marca de buscador de la última verdad, el inconformismo del pionero. Es inútil medir a los habitantes de los oasis de la paz con los parámetros del Homo sapiens euro-americanizado promedio.

La humanidad se encuentra atrapada en un callejón sin salida; está cada día al borde de la Tercera Guerra Mundial. Las religiones del mundo buscan una salida… Día y noche, todo el santo día, están los gurús de la televisión y de internet incidiendo en la importancia y en la utilidad de la relación del ser humano con el mundo circundante y con la galaxia entera. ¡Todos adoctrinan sobre la armonía y la unidad! Llaman a la integración en el amor universal, a que se irradie optimismo y se haga el bien… Pero, adecuada y correcta como es, por algún motivo, no solo nadie alcanza esta armonía, sino que ni siquiera se avanza en su dirección.

Así, en estos días de crisis omnihumana que afecta prácticamente a todas las esferas del ser, Juan de San Grial, místico y profeta actual, hace entrar al lector en el mundo de la espiritualidad cátaro-bogomila. Se enuncian en un idioma vivo y accesible, profundísimas cuestiones del universo; se interpretan en un nuevo nivel famosos temas bíblicos e históricos.  En la persona de Juan de San Grial se ha traído el conocimiento sobre la luminosa espiritualidad universal, fuente primigenia de todas las luminosas escuelas espirituales y filantrópicas, manifestada en la Tierra en la forma del zoroastrismo original, el cristianismo original (en el que incluimos el maniqueísmo, los paulicianos, el catarismo de Europa Occidental y la creencia de los cristoveres rusos), el orfismo en la religión olímpica de Grecia, la Cábala en el judaísmo, el sufismo en el Islam, el Zen…El autor teniendo gran dominio de los misterios del gnosticismo antiguo y de todas esas materias, tiene al mismo tiempo acceso a la Biblioteca Mística, que guarda los conocimientos de las antiguas civilizaciones de Atlántida y de Hiperbórea.  Cada nuevo libro de Juan de San Grial nos proporciona su inaudita y sorprendente visión de la Tierra. Nos transmite no solo su percepción del mundo, sino también su saber enciclopédico. Aprendemos filosofía, religión, mitología, literatura, música, y no solo enseñanzas cátaras. Vemos otro punto de vista sobre la realidad internacional de aquel al que estamos habituados cuando leemos la prensa y oímos las noticias de la televisión. En nuestros libros hay dispersadas multitud de perlas ilustres, iluminaciones y llaves para entrar por las puertas misteriosas que atravesó padre Juan.

Los libros contienen enseñanzas para todo lector, sea cátaro o no. No son prédicas teológicas o teologías librescas, sino que la Sabiduría viva conversa con el lector, introduciendo a la persona en la dimensión de la Providencia Bondadosa.  Al principio incluso puede parecer que el autor y el lector viven en distintos planetas con el mismo nombre. Pero luego, la misteriosa lógica de los textos y la enorme bondad del punto de vista del autor, poco a poco introducen al lector en un mundo nuevo. Es como un habitante de la noche que se asombra en un día soleado al reconocer su habitual paisaje nocturno.

Todos los que deseen aprender la sabiduría y prácticas de la escuela espiritual cátaro-bogomila son invitados a hacerse participes de nuestra enseñanza.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Humanismo

El Humanismo es la doctrina o actitud vital basada en una concepción integral de los valores humanos, el cual ha pasado por diferentes escalas a lo largo de la historia según las religiones, movimientos políticos, filosofías, etc. Hubo un tiempo en que la religión menoscabó al hombre profundamente afirmando que éste venía del barro, del polvo y sosteniendo que estaba marcado por el pecado original. Las religiones exaltaban a Dios por encima de todas las cosas, un Dios distante, hierático, juez, castigador y todopoderoso… siendo totalmente un sacrilegio que el hombre pudiera aspirar a la Divinidad o unirse con ella. En nombre de la religión se han cometido auténticas atrocidades contra la humanidad debido a esta concepción de que el hombre “viene de la nada”. Con el Renacimiento en el siglo XVI y más tarde también con la Ilustración del siglo XVIII, se da un humanismo antropocéntrico en el que el hombre es el máximo valor y la Divinidad queda olvidada, dando lugar al racionalismo y al ateísmo. Esta nueva concepción del hombre incentivó la industrialización y el desarrollo económico y lo material comenzó a ser más importante que el mismo hombre. En el primer caso, se prefiere la divinidad en perjuicio del hombre. En el segundo, el hombre en perjuicio de la divinidad. Para los ateos, Dios es nada, el hombre es todo. Para los teólogos, el hombre no es nada, Dios es todo. No faltan en el mundo de la filosofía premisas como “el hombre es un lobo para el hombre” de Hobbes o la teoría nihilista y extremadamente elitista del Superhombre de Nietszche… teorías evolucionistas que hablan de la supervivencia del más fuerte y que están basadas en “la evolución” de Darwin. Sin embargo, todo esto se vuelve extremadamente peligroso cuando se aplica a la ciencia, a las nuevas tecnologías o a la medicina; el mayor ejemplo lo podemos ver cuando al final del siglo XIX un grupo de científicos americanos idearon la mejora biológica del linaje humano o eugenesia. Esta idea fue acogida por los fascismos y nazismos, dándose como resultado los mayores genocidios de la historia. Siempre se obtienen unos resultados horribles cuando una patria, un imperio o una raza es más importante que el valor individual del hombre. Y estos resultados se han podido observar a través de la auténtica deshumanización o transhumanización a lo largo de todo el siglo XX: guerras, genocidios, odio, cabezas nucleares, bombas atómicas, persecuciones y un triste largo etcétera… ¿Dónde están los valores arquetípicos de la bondad, del amor, la paz o la igualdad? ¿Por qué ya no se aprecia el tesoro incalculable que se encuentra en el interior de cada hombre? Esta deshumanización sigue creciendo en el momento actual, puede ser muy sutil en algunos aspectos y totalmente evidente en otros. Muy evidente, por ejemplo, es el deshumanizador sistema económico actual, con sus bancos e hipotecas que esclavizan… un dragón capitalista que todo lo devora. Más sutil es el cine, la televisión, videojuegos… que incentivan a que los niños tengan como ídolos a monstruos, vampiros, hombres lobo o zombis. Sin hablar de la violencia descarada de los videojuegos, donde triunfan aquellos que consiguen que los asesinatos y las matanzas sean más reales, donde cada usuario se hace microterminator y debe aprender a matar sin piedad, sin dudar un segundo. Un máximo exponente de esta deshumanización, donde el hombre no es absolutamente nada y la vida humana no tiene ningún valor, lo hemos visto desgraciadamente en el reciente atentado de Noruega del fascista Breivik que mató a 77 personas. Este cruel ser aprendió dos años por internet: La Metodología de La Deshumanización. Breivik confesó que al intentar su homicidio, oyó voces que le decían: ¡No lo hagas!, pero él realizó un tipo de ‘superesfuerzo’ y activó el programa de ‘mata sin pestañear’. La conciencia es el mensaje misterioso interior, sonorizado por la revelación de lo alto, es la voz impecable de la verdad. Es la atracción hacia la perfección, hacia la paz; la voz de la conciencia no tiene precio, es superior a todas la enseñanzas sofistas, doctrinas jurídicas, libros de normas y legislaciones. El Catarismo XXI quiere recuperar el Humanismo Arquetípico, donde el todo no es Dios ni tampoco el hombre, sino donde lo importante es regresar a la conciencia universal de que en el hombre vive la plenitud de la Divinidad. A lo largo de la historia han venido muchos ungidos que quisieron dar a conocer este humanismo arquetípico y universal. Algunos conocidos, como Mani, Cristo, Buda o Mahoma, y otros muchos desconocidos. Hoy en día el ungido Juan de San Grial recupera para nosotros ese auténtico humanismo, El Nuevo Humanismo con el cual se recuperan todos los valores auténticos que pertenecen al hombre, como el amor, la sabiduría, bondad, pureza, paz, armonía, belleza, misericordia. El siglo de la religión y el ateísmo se ha acabado. Ambos extremos se juntan. La contradicción insoluble se resuelve en el Nuevo Humanismo. Su principio fundamental es que la Divinidad no está en un lugar en el tiempo y en el espacio ¡sino únicamente en el hombre! Es la doctrina global salvadora del destino de la humanidad. La Divinización del hombre, donde el hombre es el valor más alto, ya que en él habita la plenitud de la Divinidad. El hombre es valioso por ser la divinidad que ha tomado apariencia humana. Así, el Nuevo Humanismo es un Movimiento Espiritual, la ideología espiritual más alta, que suma los logros de todas la religiones mundiales. La salvación de la civilización se ha dado con el cambio del eje mundial. Desde ahora, el eje mundial se ha desplazado en dirección a la bondad desbordante. Con ella, con la bondad extralimitada, superante, volverá la dignidad del hombre. El idioma del mal en verdad no tiene ninguna fuerza: si se aprende a vencer en lo interior con la bondad desbordante, entonces el hombre se hace mil veces más bondadoso que antes. La verdadera revolución del Nuevo Humanismo se da primeramente en el interior de la persona, y sólo entonces esto tiene su reflejo en lo exterior. En verdad, de la vida de un sólo hombre depende todo el mundo. Un solo ser humano puede cambiar el destino del mundo. Tanto vale la vida del ser humano. No hay riqueza equiparable con el tesoro que supone un solo alma. Las almas no descienden a la tierra para ir creciendo en el rencor, el miedo, la enfermedad, la enemistad, los traumas o las neurosis, las almas vienen a la Tierra para hacerse Hombres Divinos.

Nuevo Humanismo

A lo largo de la historia se ha pasado por diferentes épocas donde la forma y pensamiento de filosofías y religiones han marcado la forma de vida de sus contemporáneos humanos.

Hoy nos planteamos las diferentes bases de estos organismos o tendencias que parece que dirigen el camino de los seres humanos, y queremos presentar una visión nueva, un nuevo paradigma, un nuevo humanismo.

La religión siempre proclama un dios distante. Dios habita en el tiempo y en el espacio, que son lejanos al hombre, es decir, que están en el pasado histórico. En el altar, en la sagrada escritura, en la hostia de la comunión, en el sacerdote durante el sacramento, en el templo, en los santos, en las reliquias… dondequiera, pero no en el hombre. Tal es el rasgo característico de todas las religiones mundiales, como modelos degenerados de la espiritualidad arquetípica.

Otro extremo es el ateísmo. La gente se aburre de los mitologemas clericales y “tiran al bebé junto con el agua de la bañera”, rechazando totalmente la presencia de la divinidad.

En el primer caso, se prefiere la divinidad en perjuicio del hombre. En el otro, el hombre en perjuicio de la divinidad. Para los ateos, dios es nada, el hombre es todo. Para los teólogos, el hombre es nada, dios es todo…

Es tiempo de reconocer que tanto el ateísmo humanista como el teísmo religioso son dos extremos peligrosos y por eso deben dejarse atrás para siempre en el pasado.

En los países democráticos modernos hay una tendencia evidente: los ciudadanos se vinculan cada vez menos con una religión cualquiera. Europa está viviendo un boom
 de ventas de templos vacíos, tanto católicos como protestantes; las diócesis y comunidades eclesiásticas se ven obligadas a vender sus edificios en subastas debido a la ausencia de parroquianos. La prensa divulga una estadística significativa: en Chequia, en solamente diez años, la cantidad de parroquianos ha disminuido casi en dos veces: desde un 41 % hasta
 un 27%, y el porcentaje de ateos y agnósticos constituye un 60%. En Francia, por ausencia de creyentes durante las últimas 3 décadas, ha sido cerrada una de cada dos parroquias. En Irlanda, desde 1992, la asistencia a misa ha bajado en un tercio…

No obstante, tampoco las ideas humanistas del siglo XVIII, que impulsaron anteriormente el desarrollo de la sociedad y del ser humano, se han revalorizado. El ser humano, así como la sociedad, sigue degradándose, y ya ha alcanzado un grado de encarnizamiento desbordante: inmoralidad, crueldad, mentira, violencia, guerras infinitas…

¿Dónde se ubica la raíz del mal? Y, ¿hay una salida de esta situación?

Desde el punto de vista cátaro, la religión es un lavado de cerebro realizado por medio de mitologemas que se hacen pasar por la verdad. La religión es la segunda trampa, después del remodelado de adaptación, adonde Elohím trata de llevar a las almas para poder seguir modelándolas ilegítimamente, preparando al hombre para otra nueva trampa, la de más allá.

Pero también el ateísmo, rechazando el extremismo religioso misántropo, devasta el tesoro espiritual de la humanidad, ya bastante empobrecido. A la gente le aburren argumentos tales como, por ejemplo, ‘no hay pruebas, testimonios de la presencia de la Divinidad’, ‘no está aprobado por la ciencia’, etc. Esto da pie a la negación global del orden mundial divino y de la espiritualidad (por tener la relación negativa con la Iglesia que se comprometió y con los postulados que predica).

La filosofía del humanismo surge en la época del Renacimiento como reacción al oscurantismo religioso
 y a la violencia de la inquisición, ambos resultados del postulado eclesiástico: DIOS LO ES TODO, EL HOMBRE NO ES NADA. Posteriormente, los ilustrados franceses (Voltaire, Diderot, Rousseau, etc.) proclama- ron un principio del nuevo modo 
de ver el mundo, en cuyo centro se situó el hombre como valor supremo. Y hoy, esto se ha reducido a una fórmula: EL HOMBRE LO ES TODO, DIOS NO ES NADA. Sin embargo, el ateísmo vulgar, formado sobre esta base, causó un daño aún mayor a la humanidad: sufrimientos y víctimas sangrientas casi en un número diez veces superior a los que infligieron la inquisición y las cruzadas en el pasado.

Para los ateos es inadmisible que Dios se eleve en perjuicio del hombre; para los teólogos, que el hombre se eleve en perjuicio de Dios… Pero estas contradicciones se pueden resolver al aceptar la otra opinión —la universal— del universo, de Dios y del ser humano.

El siglo de la religión y del ateísmo se ha acabado. Ambos extremos se juntan, la contradicción insoluble se resuelve en el nuevo humanismo. Su principio fundamental
es que la divinidad no está en un lugar en el tiempo y en el espacio, ¡sino únicamente 
en el hombre!

El Nuevo Humanismo.

El nuevo humanismo es un movimiento espiritual. La espiritualidad se distingue de la religión por su universalismo: predica los valores omnihumanos, mientras que la religión está inclinada al particularismo (algo privado que lleva a divisiones, discordias, etc.).  Se diferencia cualitativamente de la religión, ya que elimina la distancia entre Dios y el hombre! Sin negar las hermosas ideas humanistas de la Ilustración, sin ofender los sentimientos de los creyentes, ofrece una nueva visión: ¡el hombre es un valor absoluto precisamente debido a que en él habita siempre la Divinidad, el Padre de la ecúmene común!

Ha habido civilizaciones en la Tierra como los tiempos de Hiperbórea, de Atlantida… donde la divinidad y el hombre no se percibían separadamente uno del otro. No había templos, ni cultos, ni casta de sacerdotes, sino el Padre que habitaba evidente y transparentemente en cada persona. ¡Desde el principio, el hombre ha sido un teoantropoide! Tenía otra composición. Ni siquiera se podía designar como receptáculo de la Divinidad: LOS HIJOS Y EL PADRE ERAN UNO, lo que posteriormente enseñaba Cristo cuando llegó de Hiperbórea: ‘Que sean ellos uno Contigo como Tú y Yo somos uno’ (Juan 17:21).

El concepto del teoántropos excluye al negociado religioso, que se apropió del papel de intermediador entre el hombre y la Divinidad. El catarismo niega el culto distante de Aquel- quien-no-existe, basado en la magia ceremonial y los atributos externos. Al mismo tiempo, también deshace los límites ateos estrechamente materiales.

El credo cátaro. ¡la Divinidad permanece divinamente de modo indeformable en el hombre!

El credo del catarismo: 1) Dios es amor, 2) la Divinidad habita en el hombre de modo incondicional, sin restricciones, independientemente, escondida en los castillos interiores cordiales. Incondicionalmente, es decir, a pesar de errores cualesquiera. Sin restricciones: por muchos argumentos que se pongan. Independientemente del estado contemporáneo de la Tierra y del hombre. Escondida: nuestro Altísimo se halla en plenitud en los castillos interiores, pero no se manifesta en el orden externo.

¡Es absolutamente otra imagen de la Divinidad, extraconfesional! No es fría e inaccesible, sino es quien ama infinitamente, la más bondadosa, desde el principio es una con el hombre, inseparable e incondicionalmente.

Nuestro Padre no ama templos, sino corazones

El nuevo humanismo llena con otro sentido a la misma definición del hombre, reconociendo en él la plenitud de la Divinidad, aunque en estado latente. De ese modo, se le dan la esperanza, fuerza e inspiración; se enseña el camino para que abra su máximo potencial.

La divinidad desea habitar y reinar en el corazón del hombre, y no en los templuchos de piedra rituales ni en las cascaras mentales.

Nuestro Padre no ama templos, sino corazones, ama al hombre y se transubstancia en él en Su plenitud. ¡Así, el objetivo del nuevo humanismo consiste en ayudar al hombre a manifestar la Divinidad que está impresa en él!