¿Qué es ser templario? ¿Por qué con solo escuchar este nombre se enardece el fuego del espíritu? Muchas personas sienten admiración y respeto hacia los caballeros. Para llegar comprender dónde está el origen que despierta este sentimiento, para llegar a hacer propias estas cualidades que admiramos, hace falta hacer uso de las mismas armas que usaron ellos, los verdaderos templarios: la intrepidez, la sobriedad, la verdad, la honestidad, los buenos motivos y la fidelidad hasta lo último. Los Templarios representan la figura arquetípica del caballero que reúne en sí las cualidades divinas y las hace prácticas en la Tierra.
La leyenda de Arturo es un ejemplo de caballero Templario y de su camino de consagración. A través de esta leyenda podemos comenzar a percibir en nuestro interior qué implicaba ser un caballero Templario.
A continuación reflejaré parte de una historia titulada ‘Excalibur: la espada de la virginidad eterna’ a partir de fragmentos de textos extraídos del libro El Grial, Iniciación en la caballería blanca, de Juan de San Grial.
Esta es la parte donde se cuenta cómo Arturo cae herido ante un caballero negro y su preciada espada sufre un gran agravio. Curado de sus graves heridas, la mayor aflicción del rey es que su espada ha sido dañada durante la batalla.
“¡Oh, mi espada, la espada del bien, la fuerza victoriosa del Espíritu Claro! Sin ti prácticamente no soy nada. ¡¿Qué es un caballero sin espada?!
¿Acaso el mal es más fuerte? —las dudas asaltan a Arturo— ¿Cómo pudo suceder que la espada se rompiera? ¿Cómo pudo fallar la fuerza que proviene de esta espada que fue sacada de una roca?”.
Llega el desierto para Arturo. Pensamientos, ausencia de gracia, batalla, desesperación, soledad…
El destino de Arturo refleja el camino del paladín en el Univérsum. Heridas provocadas por el enemigo, interminables batallas, una espada rota,… desgraciadamente ese es un peldaño en el camino de la lucha contra el mal. Mientras más elevado sea el peldaño de la caballería, más fuerte será la acción opuesta de las fuerzas del mal. Matarán a tu caballo, romperán tu espada. Lo perderás todo, pasarás una crisis profunda y un desierto…
Myrddin (conocido popularmente como Merlín), reconforta con sus oraciones a Arturo, que es hijo espiritual suyo. Arturo es aliviado en su dolor. En su corazón de nuevo se despierta el fuego del camino espiritual. El caballero arde en deseos de interceder por la verdad y continuar la batalla contra el mal mundial.
“¿Qué camino debo tomar, amado padre?”, pregunta Arturo. El anciano Myrddin, ataviado con ropajes blancos, toma al joven de la mano y lo conduce tras él.“¡Hijo mío, nos acercamos al principal acontecimiento de nuestra vida espiritual!”.
Aparece la Reina Celestial —la Dama Blanca, la Amada y Guía esperada por todo caballero de la bondad— y acercándose a Arturo, le pide que le entregue el voto de la fidelidad y del servicio caballeresco.
“¿Qué debo hacer para lograr eso?”.
“Reúne en tu corazón lo más valioso que tengas y conságramelo a Mí completamente. En su momento, Yo te lo devolveré todo”.
El joven da el voto de completa y total consagración. A cambio, la Reina le pide que prometa cumplir Su voluntad, cuando Ella lo necesite.
“Por muy difícil que te resulte, hijo mío, esfuérzate por obedecer mis palabras”, le dice con amor maternal la Reina Celeste a Arturo. Y el caballero se inclina ante Ella con vehemencia.
La Reina de los caballeros se vuelve muy cercana a Arturo… y entrando en su corazón le entrega su tesoro celestial. El joven es preso de un entusiasmo indescriptible.
“¡Oh, no hay nada más hermoso que servirte a Ti, Soberana Celestial! ¿Qué puedo hacer por Ti? —exclama Arturo con lágrimas en los ojos— ¡Te regalaré todo lo que me pidas! ¡Te regalo mi corazón!”.
La Reina sonríe. Lee la aflicción del caballero por la pérdida de su espada y le propone otra Excalibur, la Excalibur eterna, una espada que ningún mal puede destruir.
El caballero toma la espada de las manos de la Reina, la besa: “¡Oh, gloriosa Excalibur, espada de la virginidad eterna, indestructible por el mal, la espada de la misma Reina Celestial!”.
No existe espada más elevada que la Excalibur celestial entregada de manos de la Reina Celeste. Arturo le daba un gran valor a la espada que había extraído de una roca, bautizada en su momento como Excalibur, y que significaba el impulso del espíritu de la bondad y del servicio desinteresado al Bien como caballero. Pero no es suficiente solo con el impulso del espíritu de bondad y amor personal, es más, estos valiosos valores tienen que enardecerse con la pureza. Llega un momento en que esta espada puede romperse, las batallas se tornan mas duras. Por eso la espada del caballero pasa por una transformación, de la Excalibur terrenal a la Excalibur Celestial.
Los caballeros templarios tenían el lema “Bon Amor Pur”, el amor bueno y puro. Es una definición absolutamente genial. El amor para ser bondadoso ha de ser puro y para hacerte puro, adora a la Purísima. La consagración y adoración a la Reina Celestial es el mayor amparo para el caballero.
Ante el verdadero voto, la misma Reina Celeste corona con la auténtica espada invencible “Excalibur” a su hijo fiel y lo convierte en caballero-rey.
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Las leyendas sobre los tesoros de los templarios son ridículas y sólo expresan suposiciones de ávidos inquisidores. El mayor tesoro templario es el escudo de la Reina Celeste, de la Purísima, y su espada, ¡fíjate!, es pacificadora, es la espada de la virginidad eterna.
Cuán importante es devolver a la humanidad el gran ideal de los caballeros-templarios, que fueron calumniados y desacreditados con el sacrilegio cometido por cronistas-estafadores, mercenarios romanos que dominaban con elegancia el arte de magia verbal y la historia manipulada, que terminaron presentando a los nobles desposines caballeros como mezquinos plebeyos-monjes, cruzados-conquistadores.
Los Caballeros Templarios o la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo (latín: Pauperes commilitones Christi Templique Solomonici) fue una de las más famosas órdenes cristianas (1119–1314).
En esta orden de buenos caballeros había templarios franceses, italianos, occitanos, españoles, eran famosos porque en ellos estaba la verdadera intención de defender a las buenas personas, eran caballeros defensores del bien que luchaban contra el mal mundial.
Tras la cruzada de Jerusalén, los templarios se amotinaron al comprender lo que era la cruzada en realidad. El pontífice romano de la época, envió a los cruzados (portadores de la cruz), para que vencieran a los musulmanes y establecieran la ciudad de Cristo. En realidad la mayoría de estos cruzados eran mercenarios, asesinos merodeadores, sodomitas, verdugos, ladrones, sembrando por donde pasaban sangre, libertinaje y desmadre.
En cambio los caballeros templarios tenían una predisposición hacia el templo de Jerusalén con respeto a la fuente de conocimientos y tesoros sellados en los depósitos del mismo santuario. Así, los templarios espiritualmente heredaron el cofrecito del tesoro del templo de Jerusalén. El valor mas preciado de este tesoro era la misma Reina Celestial a la que adoraban secretamente. A los grandes maestros de la orden les fueron abiertos pergaminos fragantes, textos escritos misteriosamente y cetros que daban poder sobre el mundo. Ellos sabían el camino hacia las “llaves de Salomón”, que eran uno de los tesoros básicos y secretos de la orden, no destinados a la divulgación pública, sino sólo a los templarios consagrados.
Ante el incremento de la luz espiritual de la orden del Temple, Roma invitó a Bernardo de Claraval a escribir el Tratado de Concilio de Troyes, la ley de monacato espiritual.
Claraval fomentó la idea de los monjes con espada redentora. Presentó a su Cristo redentor y sus caballeros monjes redentores. Quiso presentar la imagen del templarismo bajo imágenes de Roma. Muchos que se denominaban templarios, pero que no estaban afianzados en la profundidad espiritual de la orden, fueron tentados ante esta imagen aristotélica de poder y externa, y entraron a formar parte en esta copia tergiversada de ‘templarismo romano’.
Los caballeros fieles de la Orden del Temple, con los tesoros espirituales que les fueron entregados en Jerusalén y con la grata influencia de sus hermanos cátaros, rechazaron el monacato propuesto por Roma y aceptaron formar parte de la caballería de la virginidad eterna.
Los caballeros Templarios rechazaban los conceptos de patriotismo, nacionalismo, separatismo fundamentalista religioso, de todo aquello que se presentaba superior al hombre, a la naturaleza o a la misma divinidad. Los templarios denominaban a esto “amor malo”, ya que rompía la armonía del principio universal de la unión entre la humanidad, la cercanía real de la buena divinidad y el respeto hacia la naturaleza.
El amor malo típico es la inquisición. Hay dos fórmulas horribles que pronunciaban los inquisidores antes del auto de fe para encender la hoguera alrededor de la “santa víctima”. Decían: “Ad majorum gloria dei” (para la mayor gloria de dios, por ti mismo, por tu propia salvación). Esta es la fórmula del mal amor, por amor te matan, te torturan, te mienten, y encima te dicen que es por tu salvación.
El templo de la paz de los Templarios no es el templo de Jerusalén, ni de Roma, ni de Constantinopla. El templo templario es el Templo de la paz, de la virginidad eterna y de la ausencia de rencor.
Si miramos el párrafo 306 de los estatutos de los templarios reza: “Desde el principio hemos tenido a la Madre de Dios, nuestro honor y gloria”.
“Ella es nuestra Alfa y Omega en realidad sin plazo”, decían los templarios refiriéndose a la Reina Celeste
¡Esto es templarismo! Por esto, los templarios (los caballeros del Templo) se consideraban guardianes de la Sabiduría con la Santísima Madre Divina.
Los votos del caballero templario
En una primera época, las normas o reglas templarias no estaban escritas y lo fundamental por lo que se caracterizaba era por los votos de castidad, pobreza y obediencia. Habría que hacer un inciso importante sobre la definición de estos votos ya que están condicionados por la tendencia de la versión templaria romana, en que se transformo la buena orden del Temple.
- El voto de castidad sería mejor definirlo como el voto de la virginidad eterna. Como hemos visto en la historia del rey Arturo y Excalibur, es un voto muy importante y que viene dado de forma natural tras una trayectoria ya definida del caballero. La virginización no es algo impuesto, ni forzado. Es lo que sucede cuando el caballero conoce a la Reina Celeste y la importancia de Su amparo. Ella será la que de pie a la virginización progresiva del caballero. Podemos ver, que ocurre cuando el voto de castidad es forzado por medio del celibato o monacato. Al no ser naturalmente dirigido por la Reina Celestial puede llegar a desembocar en trastornos psíquicos, obsesivos sexuales y de conducta.
- El voto del sin rencor. Esto es muy parejo al voto anterior, ya el mayor fomento del mal y del rencor es la lujuria. Cuando esta está sublimada deviene en un rencor justificado. Es el caso de la inquisición. Asesinar a una persona justificadamente.
El caballero a través de la purificación y virginización vestía sus acciones con motivos puros. ¿Por qué los templarios se entregaron a las torturas y hogueras? Para comprenderlo hay que leer al anciano ruso León Tolstoi: fueron corderos sin rencor.
El rencor es la suma de la lujuria. El racionalismo, pasiones bajas, placeres miserables, si no son purificados y son reprimidos se manifiestan tarde o temprano en rencor.
Es una idea muy incomprensible que los templarios siendo tan “poderosos” fueran corderos sin rencor. Decían: “hay que vencer el rencor como una nube pestilente que se ha instalado en nosotros”. Esto es el templarismo de la Madre Divina.
- El voto de pobreza. Mejor que pobreza definirlo como el voto del desinterés o no acaparación. Pobreza se relaciona a no tener dinero, es error, uno puede no tener bienes y sus motivos pueden ser interesados y propios. Desinterés es dar todo sin esperar nada, ofrecerte completamente al servicio desinteresado al prójimo, a la humanidad, a la Tierra es también un voto muy elevado que, igual como el anterior viene dado a través de la pureza y virginización.
- El voto de obediencia se podría definir como el voto de fidelidad. El caballero integra profundamente que su vida esta consagrada a la Reina Celeste, que el concilio de caballeros son las vestes de la misma Reina y que la guía del anciano espiritual es el que traerá de forma efectiva las imágenes verdaderas para cada acción.
Estas cuatro reglas eran el arquetipo original del caballero Templario. Mas adelante Bernardo de Claraval, en su famoso Concilio de Troyes, trato de ‘monjeizar’ el elevado grado espiritual de los caballeros templarios añadiendo nuevas reglas: admisión en la Orden, reglamentaciones penales, etc., definiéndose con más claridad el carácter religioso de la Orden. Comenzaba así la transformación templario-romana. El “patriarca de Jerusalén” añadirá luego 24 artículos y revisará una docena: destacan, entre ellos, la reserva de la capa blanca para los caballeros y la reglamentación de la presencia de clérigos, temporalmente en el Temple, etc.
A estas reglas se le añadirán, más adelante, otros artículos o explicaciones, llamados “retraits”, que la complementarán. Los primeros están fechados en la época de Beltrán de Blanquefort, y se centran en la jerarquía de la Orden; posteriormente, en 1230, y luego en 1260, se incluirán nuevos artículos, referentes a la vida en los conventos, a la disciplina, a las sanciones o a la admisión en la Orden. Tantos nuevos añadidos llevarán a que la Regla llegue a tener 678 artículos, lo que obligará a redactar versiones reducidas, traducidas a lenguas vulgares.
Los templarios fueron un ejemplo de manifestación del espíritu bueno y puro en la Tierra, y como siempre, este espíritu fue perseguido y tratado de ser extinguido por medio de Roma a través de la reglamentación y ‘religiosización’. Se repite lamentablemente la historia de los diferentes ungidos que pasaron por la tierra y de los pueblos que fueron fieles a ellos.
Cuán importante es recuperar la imagen clara del verdadero templarismo como vía espiritual. Quitar el disfraz en el que fue envuelto. Borrar la imagen de poderosos templarios con grandes sacos de dinero, envueltos en trajes decorativos adornados con cojinetes naranjitas y leyendo algunas oraciones esotéricas.
Restableciendo el trono de los Templarios se devuelve al ser humano la esperanza de los destinos luminosos.