Los Cátaros medievales y principios del catarismo

LOS CÁTAROS MEDIEVALES

Mucho se ha escrito sobre los cátaros Medievales. Aunque realmente han quedado muy pocas fuentes que provengan de los auténticos cátaros, pero hay algo muy evidente de su existencia y es la rica herencia que dejaron allí donde vivieron. Los valores de democracia, de libertad, igualdad y fraternidad quedaron impresos y dejaron una semilla que actualmente está floreciendo.

Eran Mujeres y hombres buenos, que creían en el amor puro, el cual era ajeno totalmente a este mundo, un amor desconocido por la humanidad y que los grandes ungidos como Cristo, Buda, Zoroastro, Mani… trajeron a la Tierra para multiplicarlo. Por lo tanto, toda su vida transcurría bajo las virtudes más elevadas de bondad, sabiduría, amor, paz, armonía… No se trataba de una religión o una filosofía, era una forma de vida. Su espiritualidad abarcaba todos los ámbitos de la vida desde su comportamiento a su alimentación, su música, arte, forma de trabajar, relaciones, etc.

El catarismo se extendió por toda la antigua Occitania (sur de Francia), Reino de Aragón, Navarra, Italia, Alemania y Flandes desde el siglo XI hasta principios del XIV. El Catarismo es heredero directo de los Teogamitas Eslavos y los Bogomilos balcánicos, y aún más allá, proviene de la Atlántida y de civilizaciones puras que poblaron la Tierra, como Arcadia, Hiperbórea, aztecas, mayas, egipcios… Civilizaciones muy elevadas que han existido en este planeta y que desconocían absolutamente el idioma del mal.

Los cátaros compartían sus bienes, vivían con humildad y sencillez, servían al prójimo, acogían a todo el mundo, alimentaban al necesitado, daban trabajo en sus talleres artesanales, consolaban y cuidaban a los enfermos… Vivían según los estatutos del univérsum: la bondad extralimitada, la pureza perfecta, el amor sagrado y la sabiduría superante y de ahí que fuera un pueblo pacífico que encontró millones de seguidores por todo el mundo que compartían estos elevados ideales. Más de 50 millones de cátaros se extendieron por España y toda Europa. En todos aquellos lugares donde el catarismo floreció, se vivía de una forma totalmente diferente a la que se daba en aquella época. Vivían en sociedades adelantadas a su tiempo con una prosperidad material y espiritual que no conocían en las sociedades feudales vecinas.

Debido a esta maravillosa y creciente forma de vida el poder existente vio tambalear sus cimientos y llevó a cabo la cruzada contra ellos por iniciativa del papa Inocencio III con el apoyo de la dinastía francesa de los Capetos. Pero algo muy importante en lo que la historia tradicional no suele profundizar fue la fuerza y el desarrollo con la que se dio el catarismo en España y en Cataluña. Allí vivieron los últimos Perfectos cátaros, como Guillem de Bélibaste, que fue quemado en la hoguera en el castillo de Villerouge-Termenès en el año 1321. Antes de morir dijo su famosa profecía: “Dentro de setecientos años el laurel reverdecerá, los cátaros volverán a la Tierra”. Y ahora, setecientos años después,

¡EL LAUREL HA REVERDECIDO!

El caballero de la bondad

Originalmente el caballero es un guerrero que está únicamente al servicio del bien y, por tanto, emprende la lucha contra el mal. Los héroes, Caballeros de la bondad, siempre han defendido a los inocentes y los perseguidos. Las leyendas cuentan cómo luchaban contra dragones, serpientes, brujos, tiranos, malvadas y todo tipo de seres monstruosos que simbolizan el mal.

Precisamente este enemigo ‘figurado’ —que no irreal— indica que su lucha no se basaba en un derramamiento de sangre sino en una batalla a nivel espiritual. El dragón es una metáfora de la fuerza del mal; el brujo simboliza el engaño, la hipnosis, las trampas engañosas que desvían al alma del buen camino. El tirano representa al usurpador violento, al que domina con poder, atemorizando, acallando y paralizando a los pueblos; mientras que la bella malvada es el poder de la magia de la seducción.

Así, el verdadero caballero no se enfrenta a una persona para abatirla, sino a las fuerzas del mal, a las que no tolera. Tiene una espada que no derrama sangre, es la espada de la piedad justa y la pureza, de la ausencia de rencor. Sus victorias las alcanza dirigiéndose siempre hacia el bien, sin hacer uso de la agresividad o violencia: es decir, vive según la máxima de no responder al mal con el mal. Esto es clave, porque cuando no se responde al mal con el mal se está impidiendo que el mal se multiplique y tome fuerza. Allí donde casi no es posible, donde todas las circunstancias son adversas, el caballero, en lugar de rebelarse hace un sacrificio y derrama bondad. ¿Qué significa esto a nivel espiritual? Pues que el caballero comparte la cruz del prójimo, toma sobre sí parte de su pesada carga y no responde con rencor. Entonces se multiplica la bondad.

Claro que para realizar esta gran hazaña debe estar atento, haciendo esfuerzos constantes, sirviendo al prójimo activamente. Y siempre presto para la batalla. Se enfrenta al miedo a morir todos los días, vence y solo después llega la sobreiluminación.

La lucha del caballero en primer lugar va dirigida contra sí mismo, contra el mal que lleva en su interior. Por ello tiene el valor de querer conocer la última verdad sobre sí mismo. Permite que entre la luz de la Sabiduría y de la Bondad, irradiando y dejando a la vista toda su oscuridad interior, para después, con esa luz, expulsar y quemar todo aquello que le molesta y le impide mejorar. Este difícil y a veces doloroso proceso lo realiza con el fin de prepararse para una lucha superior, ya no por una verdad personal, vital o una causa social, sino por la libertad verdadera para todas las almas, fuera de las leyes y condicionamientos terrenales, según los estatutos del Univérsum del bien.

El bien, la vida, la luz, el amor, la verdad, la sabiduría y la bondad son los valores por los que se han regido los pueblos pacíficos y los buenos gobernadores que les guiaban: ancianos blancos, sabias ancianas, reyes justos, nobles damas y caballeros, druidas, etc. En otros tiempos, la buena gente sabía que los ideales luminosos del bien son incompatibles con los del mal, por lo que era importante guardarlos. Era de vital importancia para el mantenimiento de la paz y prosperidad que cada miembro de la comunidad, cada hombre y mujer, fuese un caballero de la bondad.

Muchos son y fueron los que se atrevieron a pretender el título de caballero, a muchos indignos les es concedido este noble título por hacer favores a los poderes del mundo, defender sus instituciones y ser promotores de guerras. Esta es la figura del caballero vuelta del revés, totalmente tergiversada. Ni condecoraciones ni distinciones honoríficas ni bandas de tafetán ni broches hacen al caballero, sólo el corazón noble, valiente, puro y bondadoso que brilla como un sol iluminando todo a su alrededor.

La influencia de los Cátaros

Los cátaros hicieron una grandísima contribución a la cultura europea cimentando las bases de sus logros más eminentes: Raimon Llull, Leonardo da Vinci, Miguel de Cervantes, Shakespeare, Voltaire, Beethoven son algunos de los representantes más brillantes del catarismo espiritual.

El catarismo influyó sobremanera en los procesos democráticos tanto en Europa como en el resto del mundo. La democracia estadounidense no existiría sin los cátaros. Y la democracia actual necesita volver a nutrirse de la raíz cátara. Juan de San Grial enfoca a los cátaros no desde el punto de vista histórico sino que está descubriendo a Los cátaros que hoy en día siguen bajando del cielo.

Los estadistas, gobernadores, representantes de cultura y arte de nuestros días han de entender que la sabiduría desea inocular las nuevas y verdaderas imágenes universales, los valores arquetípicos que han regido y rigen en las civilizaciones puras, prósperas y donde la decadencia no tiene cabida. La espiritualidad universal basada en los pilares que sostienen a un pueblo de imperecedera paz ha de formar la base de los procesos democráticos que se están llevando a cabo en Europa y en todo el mundo.

La perspectiva y la visión de Juan de San Grial de la historia, de la cultura y del futuro es única. Desde su punto de vista, el ser humano es un tesoro de valor incalculable en cuyo interior se encuentra la plenitud de la divinidad. Él descubre riquezas espirituales incontables, conocidas tanto por los cátaros como por otros pueblos que han sido fuente inagotable de sabiduría y perfección. Volver la mirada hacia estas verdades se hace indispensable hoy en día en un mundo que anhela volver a ser un “buen mundo”.

La Libertad se percibe como un descubrimiento creativo del potencial espiritual personal de cada uno y de todos los habitantes de la tierra. La Igualdad es un importantísimo don, considerar iguales a todos hijos e hijas de todo el mundo. La Fraternidad es un maravilloso y magnífico diálogo de amor donde cada individuo se considera hermano en una gran familia universal. El Amor es esencial, amor sincero, desinteresado, se trata del amor que proporciona al alma una alegría inigualable a ninguna otra antes experimentada.

Así pues, los cátaros son un soplo de aire fresco que abre las puertas hacia un nuevo mundo, un mundo capaz de volver a sus hermosos orígenes gracias a la recuperación de los valores arquetípicos olvidados pero inherentes al ser humano.

 

 

 

 

Buenos Hombres

Los cátaros profesaban el puro amor y enseñaban que Dios es este amor purísimo. No aceptaban ningún tipo de usurpación ni violencia y firmaban que el hombre cambiará únicamente con la fuerza del amor. Ellos alababan Minné —el ideal del amor divino. Los cátaros eran excepcionalmente bondadosos y amorosos, con la misma veneración trataban a Dios y al hombre. Ellos negaban “el juicio final” y la represalia de ultratumba por los pecados y enseñaban que el Altísimo era infinitamente bondadoso y misericordioso, el Padre Buenísimo de los Buenos, Claro y Solar, Fiel hasta lo último, que no juzga y nunca traiciona, Padre Amoroso, Incondicional, Justo y Puro. No creían en un Dios distante, que juzga, castiga, persigue, manda al infierno… Desenmascaraban a sus oponentes, los inquisidores romanos; decían que su religión estaba basada en el miedo. Y el miedo, según los cátaros, excluye el amor.  La base de la práctica de los cátaros era la catarsis: la completa y profunda purificación del hombre.

No existe una definición breve y concisa del catarismo. La espiritualidad en que se basa la civilización cátara resplandeció en la Edad Media y ha evolucionado continuamente, sin perder su autenticidad. Por ello, todas sus manifestaciones, independientemente de su condicionalidad temporal, componen una unidad inseparable, una tradición común que de siglo en siglo fecunda, escondida o claramente, la cultura humana. El catarismo es un modo de vida, una forma de ser y una forma de concebir el mundo y convivir con él. Es la realización de las aspiraciones más elevadas y más nobles de la persona, que se realizó en contra del orden mundial circundante, donde impera la usurpación, la competitividad, el materialismo, el miedo, la dominación…

Los cátaros constituyeron una civilización única, cuya base estaba formada por la certeza absoluta de que la Divinidad reside en el interior del hombre, de que el hombre es bueno y de que el hombre es el mayor valor de la Tierra. Esta certeza, que compartían muchas civilizaciones del pasado,  tiene bases y raíces históricas, pero su resolución está en el presente y en el futuro. El catarismo no contempla  solamente el movimiento espiritual de la Europa occidental medieval que cayó  bajo los golpes de la cruzada y la inquisición, sino que es comprendido como la espiritualidad del amor puro y libertad plena, dirigida a la Divinidad celeste, que eleva el alma hasta la dignidad divina. 

Los Templarios y la espada Excalibur

 

¿Qué es ser templario? ¿Por qué con solo escuchar este nombre se enardece el fuego del espíritu? Muchas personas sienten admiración y respeto hacia los caballeros. Para llegar comprender dónde está el origen que despierta este sentimiento, para llegar a hacer propias estas cualidades que admiramos, hace falta hacer uso de las mismas armas que usaron ellos, los verdaderos templarios: la intrepidez, la sobriedad, la verdad, la honestidad, los buenos motivos y la fidelidad hasta lo último. Los Templarios representan la figura arquetípica del caballero que reúne en sí las cualidades divinas y las hace prácticas en la Tierra.

La leyenda de Arturo es un ejemplo de caballero Templario y de su camino de consagración. A través de esta leyenda podemos comenzar a percibir en nuestro interior qué implicaba ser un caballero Templario.

A continuación reflejaré parte de una historia titulada ‘Excalibur: la espada de la virginidad eterna’ a partir de fragmentos de textos extraídos del libro El Grial, Iniciación en la caballería blanca, de Juan de San Grial.

Esta es la parte donde se cuenta cómo Arturo cae herido ante un caballero negro y su preciada espada sufre un gran agravio. Curado de sus graves heridas, la mayor aflicción del rey es que su espada ha sido dañada durante la batalla.

“¡Oh, mi espada, la espada del bien, la fuerza victoriosa del Espíritu Claro! Sin ti prácticamente no soy nada. ¡¿Qué es un caballero sin espada?!

¿Acaso el mal es más fuerte? —las dudas asaltan a Arturo— ¿Cómo pudo suceder que la espada se rompiera? ¿Cómo pudo fallar la fuerza que proviene de esta espada que fue sacada de una roca?”.

Llega el desierto para Arturo. Pensamientos, ausencia de gracia, batalla, desesperación, soledad…

El destino de Arturo refleja el camino del paladín en el Univérsum. Heridas provocadas por el enemigo, interminables batallas, una espada rota,… desgraciadamente ese es un peldaño en el camino de la lucha contra el mal. Mientras más elevado sea el peldaño de la caballería, más fuerte será la acción opuesta de las fuerzas del mal. Matarán a tu caballo, romperán tu espada. Lo perderás todo, pasarás una crisis profunda y un desierto…

Myrddin (conocido popularmente como Merlín), reconforta con sus oraciones a Arturo, que es hijo espiritual suyo. Arturo es aliviado en su dolor. En su corazón de nuevo se despierta el fuego del camino espiritual. El caballero arde en deseos de interceder por la verdad y continuar la batalla contra el mal mundial.

“¿Qué camino debo tomar, amado padre?”, pregunta Arturo. El anciano Myrddin, ataviado con ropajes blancos, toma al joven de la mano y lo conduce tras él.“¡Hijo mío, nos acercamos al principal acontecimiento de nuestra vida espiritual!”.

Aparece la Reina Celestial —la Dama Blanca, la Amada y Guía esperada por todo caballero de la bondad— y acercándose a Arturo, le pide que le entregue el voto de la fidelidad y del servicio caballeresco.

“¿Qué debo hacer para lograr eso?”.

“Reúne en tu corazón lo más valioso que tengas y conságramelo a Mí completamente. En su momento, Yo te lo devolveré todo”.

El joven da el voto de completa y total consagración. A cambio, la Reina le pide que prometa cumplir Su voluntad, cuando Ella lo necesite.

“Por muy difícil que te resulte, hijo mío, esfuérzate por obedecer mis palabras”, le dice con amor maternal la Reina Celeste a Arturo. Y el caballero se inclina ante Ella con vehemencia.

La Reina de los caballeros se vuelve muy cercana a Arturo… y entrando en su corazón le entrega su tesoro celestial. El joven es preso de un entusiasmo indescriptible.

“¡Oh, no hay nada más hermoso que servirte a Ti, Soberana Celestial! ¿Qué puedo hacer por Ti? —exclama Arturo con lágrimas en los ojos— ¡Te regalaré todo lo que me pidas! ¡Te regalo mi corazón!”.

La Reina sonríe. Lee la aflicción del caballero por la pérdida de su espada y le propone otra Excalibur, la Excalibur eterna, una espada que ningún mal puede destruir.

El caballero toma la espada de las manos de la Reina, la besa: “¡Oh, gloriosa Excalibur, espada de la virginidad eterna, indestructible por el mal, la espada de la misma Reina Celestial!”.

No existe espada más elevada que la Excalibur celestial entregada de manos de la Reina Celeste. Arturo le daba un gran valor a la espada que había extraído de una roca, bautizada en su momento como Excalibur, y que significaba el impulso del espíritu de la bondad y del servicio desinteresado al Bien como caballero. Pero no es suficiente solo con el impulso del espíritu de bondad y amor personal, es más, estos valiosos valores tienen que enardecerse con la pureza. Llega un momento en que esta espada puede romperse, las batallas se tornan mas duras. Por eso la espada del caballero pasa por una transformación, de la Excalibur terrenal a la Excalibur Celestial.

Los caballeros templarios tenían el lema “Bon Amor Pur”, el amor bueno y puro. Es una definición absolutamente genial. El amor para ser bondadoso ha de ser puro y para hacerte puro, adora a la Purísima. La consagración y adoración a la Reina Celestial es el mayor amparo para el caballero.

Ante el verdadero voto, la misma Reina Celeste corona con la auténtica espada invencible “Excalibur” a su hijo fiel y lo convierte en caballero-rey.

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Las leyendas sobre los tesoros de los templarios son ridículas y sólo expresan suposiciones de ávidos inquisidores. El mayor tesoro templario es el escudo de la Reina Celeste, de la Purísima, y su espada, ¡fíjate!, es pacificadora, es la espada de la virginidad eterna.

Cuán importante es devolver a la humanidad el gran ideal de los caballeros-templarios, que fueron calumniados y desacreditados con el sacrilegio cometido por cronistas-estafadores, mercenarios romanos que dominaban con elegancia el arte de magia verbal y la historia manipulada, que terminaron presentando a los nobles desposines caballeros como mezquinos plebeyos-monjes, cruzados-conquistadores.

Los Caballeros Templarios o la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo (latín: Pauperes commilitones Christi Templique Solomonici) fue una de las más famosas órdenes cristianas (1119–1314).

En esta orden de buenos caballeros había templarios franceses, italianos, occitanos, españoles, eran famosos porque en ellos estaba la verdadera intención de defender a las buenas personas, eran caballeros defensores del bien que luchaban contra el mal mundial.

Tras la cruzada de Jerusalén, los templarios se amotinaron al comprender lo que era la cruzada en realidad. El pontífice romano de la época, envió a los cruzados (portadores de la cruz), para que vencieran a los musulmanes y establecieran la ciudad de Cristo. En realidad la mayoría de estos cruzados eran mercenarios, asesinos merodeadores, sodomitas, verdugos, ladrones, sembrando por donde pasaban sangre, libertinaje y desmadre.

En cambio los caballeros templarios tenían una predisposición hacia el templo de Jerusalén con respeto a la fuente de conocimientos y tesoros sellados en los depósitos del mismo santuario. Así, los templarios espiritualmente heredaron el cofrecito del tesoro del templo de Jerusalén. El valor mas preciado de este tesoro era la misma Reina Celestial a la que adoraban secretamente. A los grandes maestros de la orden les fueron abiertos pergaminos fragantes, textos escritos misteriosamente y cetros que daban poder sobre el mundo. Ellos sabían el camino hacia las “llaves de Salomón”, que eran uno de los tesoros básicos y secretos de la orden, no destinados a la divulgación pública, sino sólo a los templarios consagrados.

Ante el incremento de la luz espiritual de la orden del Temple, Roma invitó a Bernardo de Claraval a escribir el Tratado de Concilio de Troyes, la ley de monacato espiritual.

Claraval fomentó la idea de los monjes con espada redentora. Presentó a su Cristo redentor y sus caballeros monjes redentores. Quiso presentar la imagen del templarismo bajo imágenes de Roma. Muchos que se denominaban templarios, pero que no estaban afianzados en la profundidad espiritual de la orden, fueron tentados ante esta imagen aristotélica de poder y externa, y entraron a formar parte en esta copia tergiversada de ‘templarismo romano’.

Los caballeros fieles de la Orden del Temple, con los tesoros espirituales que les fueron entregados en Jerusalén y con la grata influencia de sus hermanos cátaros, rechazaron el monacato propuesto por Roma y aceptaron formar parte de la caballería de la virginidad eterna.

Los caballeros Templarios rechazaban los conceptos de patriotismo, nacionalismo, separatismo fundamentalista religioso, de todo aquello que se presentaba superior al hombre, a la naturaleza o a la misma divinidad. Los templarios denominaban a esto “amor malo”, ya que rompía la armonía del principio universal de la unión entre la humanidad, la cercanía real de la buena divinidad y el respeto hacia la naturaleza.

El amor malo típico es la inquisición. Hay dos fórmulas horribles que pronunciaban los inquisidores antes del auto de fe para encender la hoguera alrededor de la “santa víctima”. Decían: “Ad majorum gloria dei” (para la mayor gloria de dios, por ti mismo, por tu propia salvación). Esta es la fórmula del mal amor, por amor te matan, te torturan, te mienten, y encima te dicen que es por tu salvación.

El templo de la paz de los Templarios no es el templo de Jerusalén, ni de Roma, ni de Constantinopla. El templo templario es el Templo de la paz, de la virginidad eterna y de la ausencia de rencor.

Si miramos el párrafo 306 de los estatutos de los templarios reza: “Desde el principio hemos tenido a la Madre de Dios, nuestro honor y gloria”.

Ella es nuestra Alfa y Omega en realidad sin plazo”, decían los templarios refiriéndose a la Reina Celeste

¡Esto es templarismo! Por esto, los templarios (los caballeros del Templo) se consideraban guardianes de la Sabiduría con la Santísima Madre Divina.

 Los votos del caballero templario

En una primera época, las normas o reglas templarias no estaban escritas y lo fundamental por lo que se caracterizaba era por los votos de castidad, pobreza y obediencia. Habría que hacer un inciso importante sobre la definición de estos votos ya que están condicionados por la tendencia de la versión templaria romana, en que se transformo la buena orden del Temple.

  1. El voto de castidad sería mejor definirlo como el voto de la virginidad eterna. Como hemos visto en la historia del rey Arturo y Excalibur, es un voto muy importante y que viene dado de forma natural tras una trayectoria ya definida del caballero. La virginización no es algo impuesto, ni forzado. Es lo que sucede cuando el caballero conoce a la Reina Celeste y la importancia de Su amparo. Ella será la que de pie a la virginización progresiva del caballero. Podemos ver, que ocurre cuando el voto de castidad es forzado por medio del celibato o monacato. Al no ser naturalmente dirigido por la Reina Celestial puede llegar a desembocar en trastornos psíquicos, obsesivos sexuales y de conducta.
  1. El voto del sin rencor. Esto es muy parejo al voto anterior, ya el mayor fomento del mal y del rencor es la lujuria. Cuando esta está sublimada deviene en un rencor justificado. Es el caso de la inquisición. Asesinar a una persona justificadamente.

El caballero a través de la purificación y virginización vestía sus acciones con motivos puros. ¿Por qué los templarios se entregaron a las torturas y hogueras? Para comprenderlo hay que leer al anciano ruso León Tolstoi: fueron corderos sin rencor.

El rencor es la suma de la lujuria. El  racionalismo, pasiones bajas, placeres miserables, si no son purificados y son reprimidos se manifiestan tarde o temprano en rencor.

Es una idea muy incomprensible que los templarios siendo tan “poderosos” fueran corderos sin rencor. Decían: “hay que vencer el rencor como una nube pestilente que se ha instalado en nosotros”. Esto es el templarismo de la Madre Divina.

  1. El voto de pobreza. Mejor que pobreza definirlo como el voto del desinterés o no acaparación. Pobreza se relaciona a no tener dinero, es error, uno puede no tener bienes y sus motivos pueden ser interesados y propios. Desinterés es dar todo sin esperar nada, ofrecerte completamente al servicio desinteresado al prójimo, a la humanidad, a la Tierra es también un voto muy elevado que, igual como el anterior viene dado a través de la pureza y virginización.
  1. El voto de obediencia se podría definir como el voto de fidelidad. El caballero integra profundamente que su vida esta consagrada a la Reina Celeste, que el concilio de caballeros son las vestes de la misma Reina y que la guía del anciano espiritual es el que traerá de forma efectiva las imágenes verdaderas para cada acción.

Estas cuatro reglas eran el arquetipo original del caballero Templario. Mas adelante Bernardo de Claraval, en su famoso Concilio de Troyes, trato de ‘monjeizar’ el elevado grado espiritual de los caballeros templarios añadiendo nuevas reglas: admisión en la Orden, reglamentaciones penales, etc., definiéndose con más claridad el carácter religioso de la Orden. Comenzaba así la transformación  templario-romana. El “patriarca de Jerusalén” añadirá luego 24 artículos y revisará una docena: destacan, entre ellos, la reserva de la capa blanca para los caballeros y la reglamentación de la presencia de clérigos, temporalmente en el Temple, etc.

A estas reglas se le añadirán, más adelante, otros artículos o explicaciones, llamados “retraits”, que la complementarán. Los primeros están fechados en la época de Beltrán de Blanquefort, y se centran en la jerarquía de la Orden; posteriormente, en 1230, y luego en 1260, se incluirán nuevos artículos, referentes a  la vida en los conventos, a la disciplina, a las sanciones o a la admisión en la Orden.  Tantos nuevos añadidos llevarán a que la Regla llegue a tener 678 artículos, lo que obligará a redactar versiones reducidas, traducidas a lenguas vulgares.

Los templarios fueron un ejemplo de manifestación del espíritu bueno y puro en la Tierra, y como siempre, este espíritu fue perseguido y tratado de ser extinguido por medio de Roma a través de la reglamentación y ‘religiosización’. Se repite lamentablemente la historia de los diferentes ungidos que pasaron por la tierra y de los pueblos que fueron fieles a ellos.

Cuán importante es recuperar la imagen clara del verdadero templarismo como vía espiritual. Quitar el disfraz en el que fue envuelto. Borrar la imagen de poderosos templarios con grandes sacos de dinero, envueltos en trajes decorativos adornados con cojinetes naranjitas y leyendo algunas oraciones esotéricas.

Restableciendo el trono de los Templarios se devuelve al ser humano la esperanza de los destinos luminosos.

La música: instrumento de transfiguración del mundo.

 

Es bien conocido el poder que tiene la música sobre nuestros estado interior, la música puede alentar todas nuestras emociones, y además, y lo más importante, interviene en nuestra alma.

Hoy quisiéramos hacer una  reflexión. ¿Qué creen que ocurre al ser humano cuando escucha la música actual (la más escuchada hoy en día por la humanidad): disco, tecno, rock, pop, heavy, reggaetón…?

Se hace necesario conocer que hay muchísimos intereses ocultos detrás de este tipo de música tanto económicos, de control, poder e influencia en las grandes masas, y lo más importante, para disminuir la vibración de los cuerpos sutiles de cada persona.

La música, igual que otros tipos de arte, sin espiritualidad lleva a la perversión, la pérdida de orientación, degradación total y extinción, lo que por desgracia observamos hoy en día. ¿Qué significa esto? Que la música sin bondad, daña. La música sin bien, empeora. La música sin conceptos, valores, sin objetivos buenos… no puede ayudar en nada. Hay música capaz de volver violento a todo aquel que la escucha, porno-erotizarlo, convertirlo en un mar de lágrimas entristeciéndolo con la nube de Tánatos, conducirlo al descontrol de sí mismo.

El científico Masuro Emoto descubrió cómo el agua cambiaba su estructura ante un tipo de música u otro. Con la música de rock, tecno… los cristales del agua congelada se volvían totalmente irregulares adoptando formas desestructuradas. En cambio, la música clásica formaba cristales de formas armoniosas y hermosas.

La ciencia también habla sobre ‘la teoría de las supercuerdas’, la cual afirma que el universo está formado por vibraciones de finísimas cuerdas. El universo está repleto de vibraciones divinas que transmiten el amor puro de las esferas celestiales, las cuales llegan a cada ser humano. El corazón espiritual, al escuchar estas vibraciones aviva la memoria de ese amor y puede reconocerlo en la medida en que esté afinado con esas vibraciones.

Así, la música portadora de las esferas celestiales se convierte en la llave para afinar almas, despertar corazones. La música es Verbo divino exento de barreras, es el lenguaje de la divinidad. Pero el músico ha de ser un transmisor de dichas vibraciones divinas, un instrumento directo de la divinidad.

La música de los grandes compositores forma el sentido del amor espiritual. Solo puede interpretarla de modo adecuado aquel que está lleno de amor.

El hombre necesita la música de personas altamente ilustradas, ¡portadores de la esfera! Solo la música de los mensajeros de arriba puede ayudar a sacar a las personas del abismo en el que se hallan y dirigirlas a  alturas inauditas, abrirles otro mundo, lleno de armonías celestiales.

La música genial educa, da un impulso poderoso al alma. La música interpretada por músicos de alta iniciación purifica al hombre, lo hace más bondadoso, lo dirige a la espiritualidad, lo ayuda a abrir el corazón para la compasión, lo ayuda a sentir el dolor de otra persona como propio, lo ayuda a descubrir la hermosura interior.

La misma percepción de la música se traslada a la acústica del corazón, si el corazón es puro.

En la escuela musical de Juan de San Grial se enseña cómo interpretar con la vibración del corazón espiritual, donde se persigue alcanzar el más noble objetivo de un músico: servir a la humanidad abriendo las esferas divinas, como hicieron los cristos musicales Bach, Mozart, Beethoven, Tchaikosvsky… Tocar aquella música capaz de elevar y divinizar al ser humano a través del amor.